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“Against Modern Football” y las gradas de animación: mecanismos de resistencia contra el futbol actual

El futbol es el deporte más popular del mundo y son tres los factores fundamentales que hacen que esta modalidad deportiva sea única: su capacidad de generar millones de seguidores acérrimos, la amplia área geográfica que abarca y el gran interés que suscita a nivel mundial. Entre otros autores, Marcel Mauss (2009) llamaba a este fenómeno “hecho social total”, concepto que puede hacer referencia entre otras cosas al futbol, ya que este mueve al conjunto de la sociedad y sus instituciones (económica, política, religiosa…) es decir, a la formación social completa.

“En Nápoles se dice que cuando un hombre tiene dinero, primero come, luego va al futbol y, si le sobra algo, busca un lugar para vivir. Los brasileños afirman que hasta en el pueblo más pequeño hay una iglesia y un campo de futbol… aunque luego puntualizan que iglesia no siempre, pero campo de futbol sí” (Kuper, 2012: 27).

Centrándonos en el aspecto económico del futbol, este deporte cumple sus funciones mercantiles basándose en el modelo neoliberal. Como puede verse en Aragón (2014) trasladando la cuestión neoliberal al espacio social del futbol, este deporte ha dejado atrás su esencia y valores tradicionales para dar lugar a un nuevo futbol basado en el espectáculo televisivo como fue el Mundial de México en 1986. Desde este año, toda la organización de este deporte comenzaba a estar condicionada por las normas televisivas impuestas desde la perspectiva del negocio y los mercados europeos, que estrictamente se encuentran vigilados por una especie de “ojo que todo lo ve” del fútbol, la FIFA.

A medida que avanzaban los años en las últimas décadas, tanto la globalización como el neoliberalismo comenzaron a instituirse futbolísticamente a través de la imposición  de reglas para establecer un tipo de organización de carácter estricto en todos los ámbitos. Por lo tanto, todas las emisiones e imágenes de televisión expuestas a la población, poco a poco comenzaron a girar en torno a un solo discurso universal y hegemónico. De esta manera nace una verdadera maquinaria de homogenización del pensamiento “siendo este uno de los `grandes éxitos´ del neoliberalismo a nivel continental, son los encargados de edificar toda idea que favorezca los intereses de los dominadores del campo social del fútbol” (Aragón, 2014: 10).

En definitiva, como señala Aragón (2014) podemos decir que desde finales del siglo pasado la política neoconservadora y su discurso de economía neoliberal han construido unos instrumentos bastante poderosos dando lugar a nuevas subjetividades con el objetivo final  de extenderse e institucionalizarse. De esta manera, el instrumento principal que se ha utilizado para llevar a cabo una construcción cultural ha sido sin duda la aglutinación de todos los medios de comunicación posibles para homogenizar y dar lugar a un discurso y pensamiento únicos. Y en el caso del deporte y sobre todo en el fútbol, no solo no se ha escapado de este proceso, sino que se ha convertido en la punta del iceberg que permite la invasión cultural de manera masiva logrando así una nula resistencia.

En cuanto al origen de la única resistencia que se posiciona y moviliza en contra del panorama futbolístico descrito hasta ahora, es a través del artículo escrito por Numerato (2015) donde se puede ver que desde la instauración de este deporte en la sociedad los primeros descontentos con el denominado “futbol moderno” vinieron a través de protestas que se dieron durante la posguerra como respuesta al nuevo mercado de fichajes y a la irrupción de la burguesía en el futbol.

Según Martín y García (2011) a raíz de los cambios que se dieron durante estos años: la profesionalización, internacionalización y comercialización del fútbol; provocaron que este deporte se abriera a clases más amplias, principalmente a la clase media. Se produjo de esta manera un gran cambio en el tipo de espectador que asistía a los partidos debido a que el aficionado mítico ya no era el trabajador tradicional. Se instauró de esta manera una clara diferenciación entre el fan, de clase obrera; y el espectador, de clase media. Por lo tanto, los individuos que se situaban en el sector de animación del campo comenzaron a ser un problema a partir de los años sesenta, ya que la conducta considerada como normal se transformó en conducta desviada al incorporarse la clase media al mundo del fútbol. Esta situación termino por crear un estereotipo para los fans de clase obrera, ya que antes su comportamiento era considerado como algo aceptable al ser un deporte, de y para la clase obrera, y después estos aficionados acabaron siendo etiquetados despectivamente como hooligans.

Pero a pesar del panorama tan tenso que se vivió durante estos años, la oposición contra el futbol moderno no comenzó a ser captada como una expresión colectiva posicionada en contra de los desarrollos futbolísticos modernos hasta finales de la década de los 90. De esta manera los hinchas empezaron a adquirir conciencia sobre los mecanismos neoliberales que escondía esta cultura futbolística, la cual está en contra de la experiencia de los hinchas en el juego percibida como elemento tradicional. Por lo tanto, comenzaban a darse ciertas luchas y protestas contra el impacto negativo de la lealtad del futbol a las empresas basadas en principios neoliberales, contra los medios de comunicación, y contra la corrupción y la mala gestión de los gobiernos del futbol.

En lo referente a un nuevo modelo de futbol, el llamado “futbol moderno”, autores como Verdú (1980) ya nos hablaban hace años de cómo el futbol se iba amoldando al formato de negocio-espectáculo, un nuevo modelo que reproducía las características de la actual sociedad capitalista y tendía la mano al modelo neoliberal. Y es que en los últimos años ha habido un gran cambio en el mundo del futbol, entrando en un periodo de transición en el que se pasa de una época identitaria y de cohesión, a una dominada por las necesidades del mercado. Nos encontramos hoy en día ante un panorama de futbol negocio en el que impera la máxima “vender espectáculo”: las marcas, la publicidad, el merchandising, la tecnología, los servicios, las redes sociales, los móviles y las cámaras han colonizado todo el espacio futbolístico acabando con su esencia más sentimental. En este sentido, se puede decir que:

Hoy, el nuevo futbol globalizado es de usar y tirar. Como la sociedad que lo cobija. Como las hamburguesas del McDonalds. Los jugadores bailan al son que les imponen las multinacionales. Clubes y federaciones son meros intermediarios”. (Solar y Reguera, 2008: 28)

Según Schaerlaeckens (2015) el movimiento Against Modern Football no es algo nuevo, lo que pasa es que hasta ahora nadie había sido capaz de captar su esencia. Fue entonces cuando la revista “Stand” salió a la venta en el verano de 2012 y dio una mayor muestra de algo que estaba emergiendo, pero hasta ese momento el movimiento era tan solo algo inconexo formado por fans de la vieja escuela a los que se les daba voz. Hasta ese preciso momento, el movimiento Against Modern Football había sido algo sin forma, como un conjunto de personas descontentas que vivían escondidos entre todos los tipos de aficionados. Esto se debe en parte a que “Against Modern Football” es más un sentimiento que un movimiento agrupado y con sentido. Principalmente es una expresión que se utiliza como muestra de honor al futbol tradicional por parte de los aficionados, es simplemente algo con lo que identificarse. Por lo tanto, este sentimiento puede entenderse como una especie de rechazo a la modernidad, una reacción a lo que se considera el crecimiento del deporte hacia un producto más artificial y menos popular.

El lema “Against Modern Football” apareció en Europa justamente en los primeros años del nuevo milenio a través de una serie de pancartas de los ultras o aficionados radicales del fútbol italiano que contenían el lema “No al calcio moderno” es decir: “No al fútbol moderno.” A grandes rasgos, el objetivo de este movimiento es el de echar del fútbol a los gigantes económicos que sin duda se han adueñado de este. El sentido de esta lucha reside en el origen del fútbol, ya que muchos equipos europeos fueron fundados hace más de un siglo por amigos, clubes sociales e industrias y fábricas. Muchos de estos clubes fueron poco a poco desapareciendo pasados los años, pero los que lograron tener más éxito optaron por profesionalizarse paulatinamente. En definitiva, cabe remarcar que estos equipos históricos no eran las franquicias lucrativas de hoy en día que tienen como objetivo ganar dinero en ligas profesionales. Entre los diversos desacuerdos que se mantienen con el modelo de futbol actual el movimiento pretende apoyar distintas medidas, entre ellas: reducir los precios abusivos de las entradas, permitir de nuevo beber alcohol en los partidos, habilitar de nuevo zonas para poder estar de pie en los estadios, hacer que los equipos sean únicamente propiedad de los aficionados o que al menos se les de voz a estos para opinar sobre los asuntos del club, y que se respeten y se conserven las tradiciones. En definitiva, lo que pide este movimiento es recuperar el control del futbol como deporte y que los clubes sean de los aficionados y para los aficionados.

Una vez repasada la evolución socioeconómica de este deporte, se darán unas pinceladas de carácter empírico sobre este tema a través del trabajo de fin de master que llevé a cabo, el cual se centra en conocer el significado social y el sentido que tienen hoy en día las gradas de animación de los principales equipos del futbol vasco. Para ello se ha trabajado con las gradas de animación de los cuatro principales equipos de futbol de Euskadi que compiten en la primera división para así poder conocer cuál es la situación actual de estos grupos. Para matizar este aspecto, se hará referencia al significado del concepto de grada de animación. Se define el concepto de “gradas de animación” como: los principales sectores de los campos de futbol ubicados generalmente detrás de la portería y formados principalmente por los aficionados más jóvenes, que se dedican a llevar la voz cantante de la animación de su equipo a través de cánticos, coreografías y símbolos.

“La  distinción  conceptual  entre  los  denominados  grupos  de  animación  y  los ultras o radicales  resulta  ser  bastante  subjetiva  o  relativa,  en  cuanto  que  oficialmente todos son  reconocidos  con  la  primera  denominación,  todos  son  grupos  de animación  con alguna  identidad  específica  que  los  distinga  como  peña;  y  de  entre ellos,  por  la intensidad  e  incondicionalidad  con  que  se  manifiesten  llegan  a autodistinguirse  ellos mismos   como   ultras   o  radicales,   o/y   son   reconocidos como   tales   desde   fuera. Identificarse o/y ser identificado como `ultra´ es por tanto una cuestión de grado, ya que en esencia todos son de `animación´” (Acuña Gómez, 2017: 201).

A través del trabajo realizado, es importante destacar la aportación que hace Howard Becker (2009) en su libro Outsiders acerca de la teoría del etiquetaje, la cual sintetiza diciendo que los grupos sociales reflejando una expresión de la mayoría son los que etiquetan negativamente los comportamientos de las minorías a través de reglas culturales homogenizadas y establecidas, y el hecho de no seguirlas supone una desviación, las personas que no cumplen con estas reglas pautadas se las etiqueta como outsiders. Es por ello, que las gradas de animación al llevar a cabo un comportamiento diferente al establecido en el mundo del futbol, ver y aplaudir, se las etiqueta como desviados por sus canticos, su pasión extrema, su estilo de animación o actos conflictivos puntuales.

El motivo de poner el foco sobre este tema se debe a que siendo un fenómeno tan amplio y común en todos los lugares donde existe el futbol, es decir a nivel mundial, existen muy pocos trabajos que se centren en estudiar las gradas de animación de los equipos de futbol. Apenas existe interés alguno por entender toda la vida que se crea dentro de estos grupos, la cual suele permanecer bastante oculta a los ojos del público, y que se componen de distintos individuos que comparten una manera determinada de vivir y sentir el futbol.

Profundizando en mayor medida en el aspecto ideológico e identitario de estos grupos cabe destacar que, a través de un enfoque primordialista la identidad colectiva se encuentra formada por una serie de características o símbolos los cuales se agrupan en un solo elemento y son considerados la esencia de lo colectivo, una visión más esencialista que hace descansar la veracidad de una identidad sobre un a priori dado por supuesto. En este caso, todos los símbolos de los que se hace uso se agrupan en uno solo: la grada de animación en su conjunto. Como dice en su texto Smith (1994), las identidades muchas veces se expresan de manera material a través de símbolos como banderas o himnos, en las gradas de animación esta es una de las realidades visibles, por lo tanto se crea un mundo social a través de estos canales de expresión de su identidad e ideología. Un mecanismo que a su vez sirve como elemento clave diferenciador para establecer tanto alianzas o hermanamientos, como rechazos respecto a otros grupos de animación. Sin olvidar, claro está, todos los elementos históricos a los que van unidos cada uno de estos símbolos y que raramente se repiten de un grupo a otro, cada uno cuenta con una parte de historia y tradición que lo hace único.

En referencia al trabajo de campo llevado a cabo a través de las entrevistas con estos grupos de animación, cabe destacar que mantienen un conflicto total con el paradigma futbolístico actual. El surgimiento de éste desencanto por el futbol moderno se basa en tres factores fundamentales: el total rechazo al futbol de hoy en día, la nostalgia o añoranza de tiempos pasados mejores y el conflicto que se vive día a día en este contexto. Para tener una imagen realista de este panorama acompañaremos cada factor influyente con citas pertenecientes a las entrevistas llevadas a cabo con los miembros de las gradas de animación.

En cuanto al rechazo hacia el futbol moderno de hoy en día, los factores fundamentales que causan este rechazo dentro de las gradas de animación son: las nuevas medidas impuestas por la liga, las cuales se centran sobre todo en el control de las gradas de animación; y la dirección que ha tomado el futbol convirtiéndose en una maquinaria de producción de negocios extradeportivos al vincularse con empresas.

En primer lugar, en cuanto a las nuevas medias impuestas por la liga los miembros de la grada de animación sufren una mayor represión y reciben un trato distinto al del resto de seguidores:

 “Las prohibiciones de la liga son desorbitadas, por todo te quieren multar… antes lo bonito era hacer nuestras banderas, ahora… las tienes que comprar que sean ignifugas y no te piden que las compres en el corte inglés de milagro (risas)… ha habido amenazas, discusiones… es un pelear todo el día”

En segundo lugar, en lo que concierne a la nueva dirección que ha tomado el futbol hacia convertirse en una gran fuente de negocios, puede verse como se rebaja la importancia del aficionado, y aumenta la presencia de las casas de apuestas deportivas convirtiendose en un simple producto de compraventa desvinculado totalmente del valor humano que le dio origen:

 “Es una vergüenza lo de las casa de apuestas… en cada barrio ahora tenemos una casa de apuestas donde van todos los chavales… cada vez que vamos a hacer una actividad o una protesta en contra de las casas de apuestas nos pasa algo… parece que van por delante”

En lo referente a este rechazo, el lema y movimiento Againts modern football hace su acto de presencia debido a los ideales que propone. Puede verse que existe una simpatía por este movimiento en el que la mayoría de los grupos basan su manera de vivir el futbol, pero a su vez son conscientes de que se trata de algo difícil de cambiar y hacer frente:

“Es muy difícil lograr algo porque siendo un grupo de aficionados ya eres minoritario en tu entorno, pues imagínate contra toda la maquinaria del sistema, porque al final es un sistema entero, el poder del capital está en el futbol”

A su vez, se hace una continua mención a Javier Tebas, presidente de la liga española de futbol, cuando se habla sobre el tema del futbol moderno. En este caso, todos los grupos coinciden en su rechazo hacia esta persona:

“Pues que el futbol no existe. El futbol se lo han cargado los que todos sabemos: el señor Tebas, las televisiones…”

“Yo creo que todas la aficiones estamos de acuerdo en eso, tengas las ideas que tengas al final todos estamos en contra de Tebas, de la liga de futbol, de la federación, de los horarios…”

Por último, hay que añadir a los factores anteriormente mencionados, la opinión sobre los jugadores de futbol de hoy en día, una cuestión que alimenta también este rechazo hacia el nuevo paradigma futbolístico. El cambio en la relación con los jugadores y como la mayoría de jugadores han pasado a convertirse en simples títeres que se mueven de un equipo a otro por cuestiones económicas influyen en gran medida:

“Cuando estábamos en segunda B era todo más cercanía, pero hoy en día en primera división pues ya sabes… gente que pasa de cobrar cien mil euros a cobrar dos millones de euros pues al final no son tan cercanos…”

“La mayoría de los jugadores no tienen valores… nosotros tenemos buena relación con los capitanes pero ya se ha perdido… parece que están a otro nivel… que son intocables,…cada año tenemos una plantilla nueva vamos perdiendo conocidos… no es como la grada, que en la grada siempre vemos a los mismos, esa es la diferencia…”

El segundo factor que hace mella en este rechazo hacia el futbol moderno es el de la añoranza de los tiempos pasados dentro de la grada de animación. Este tipo de grupos en el pasado contaba con mayor “libertad” a la hora de llevar a cabo la animación en el campo ya que no existían medidas tan estrictas como las actuales.

Entre los diferentes aspectos nostálgicos destacan la perdida de los valores con los que surgió el futbol, la mayor intromisión de negocios y empresas, y la idea común de que el futbol verdadero se encuentra en las categorías inferiores donde aún quedan resquicios de esa pureza de lo que es el futbol:

“Echamos mucho de menos lo que teníamos hace cinco años: de pie, asientos sin respaldo, más cómodos, más amplios… hemos pasado del todo a la nada”

“Generar una zona vip, crear conflictos de intereses o empresariales, poner publicidad en la camiseta, aspectos políticos en el palco, utilizaciones partidistas… muchas cosas que antes también existían, pero que eran menos visibles de lo que son ahora”

“Pues que el futbol verdadero de hoy en día está en tercera división y casi ni en segunda B… lo que vivimos es un puto paripé de reírse de la afición… no valemos nada y la afición no da dinero, lo da la tele, las casas de apuestas”

De esta manera, se puede ver un pasado donde existían medidas de control mucho más moderadas que las actuales, las cuales tienen un carácter más represivo. Estas nuevas medidas tienen el objetivo de hacer que los aficionados de los grupos de animación se asemejen cada vez más al resto de aficionados y desistan de llevar a cabo su actividad.

En tercer y último lugar, el factor que más contribuye a esta situación de desencanto con el modelo de futbol actual es el conflicto que se vive día tras día con la liga española de futbol a través de protestas, prohibiciones, multas y sanciones. Hoy en día las gradas de animación se han convertido en un espacio de lucha semanal dentro del campo de futbol, llevando a cabo distintos métodos para concienciar al resto de aficionados de la situación que está viviendo el futbol actual. Se han podido ver dos aspectos fundamentales en lo referente a este tema, en primer lugar se hace referencia a las actividades que se llevan a cabo por parte de los grupos de animación, y en segundo lugar se exponen ciertas posibles soluciones para superar el panorama futbolístico actual.

Destaca la dificultad que tiene el llevar a cabo esta lucha contra una institución tan poderosa como la liga de futbol profesional, algo que no para de intentarse y que no se abandona. Se trata de una batalla contra el futbol moderno que continua día tras día en las gradas, en las asambleas y en las calles; un panorama al que irremediablemente se contribuye a través de la asistencia al campo con la intención de cambiarlo desde dentro:

 “Dentro de nuestras pequeñas posibilidades lo intentamos a través de la asamblea de compromisarios, a través de protestas, a través de algunos escritos… e incluso hemos llegado a trabajar a nivel colectivo con otros grupos del estado”

“Hemos sido capaces de vaciar el campo entero, ya no es la locura de los fanáticos… se ha vaciado, hemos hecho que las cámaras no enfoquen las gradas, o sea hasta qué punto han prohibido la verdad del futbol”

“Siempre me hace reflexionar… en teoría trabajamos ciertos aspectos porque montamos protestas e intentamos concienciar a la gente… pero al mismo tiempo, la contradicción de estar en contra de algo pero al mismo tiempo alimentarlo… no sé… siempre pienso que es mejor intentar incidir y cambiarlo desde dentro que desde fuera”

Por otro lado, en cuanto a las soluciones que se plantean, todas giran en torno a la idea de desvincularse de este panorama creando un equipo alternativo que no sirva a poderes externos:

“Estamos a esto de mandarles a tomar por culo, coger y hacernos un equipo regional: cerveza, futbol, que juegue mi amigo, que juegue el hijo del otro, que conozcas a los jugadores, que yo me pueda ir a ver los entrenamientos… La solución sería muy clara coger y hacer equipos nuevos todos y que se queden con su chiringuito vacío, así de claro”

En definitiva, como se ha podido ver existe un claro conflicto entre las gradas de animación y el panorama futbolístico actual debido a que ambos se sostienen sobre una manera de concebir el futbol totalmente distinta.

En primer lugar, respecto al significado social de las gradas de animación, se trata de un fenómeno que trasciende lo futbolístico ya que se trata de algo más que un simple lugar de animación dentro del estadio, debido a que la relación en las gradas de animación trasciende a otros aspectos de la vida más allá de lo futbolístico. Pero a su vez, son ámbitos creados por este nuevo paradigma futbolístico para poder controlar mejor, a base de ciertas medidas, a los aficionados que optan por disfrutar del futbol de una manera concreta.

Por otro lado, en cuanto al sentido que tienen hoy en día las gradas de animación, adquiere su importancia en que supone un espacio que crea comunidad alejándose así de un individualismo imperante hoy en día entre los aficionados al futbol que ha sido impuesto y promovido por el futbol moderno. Y además, se basna en crear un relevo generacional para que esta manera de vivir el futbol no muera, se amplié y contagie al resto del campo.

Por Endika Gómez (Graduado en Sociología) – @EndiGomez95

BIBLIOGRAFÍA

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  • Mauss, Marcel (2009). Ensayo sobre el don: forma y función del intercambio en las sociedades arcaicas. Buenos Aires. Madrid: Katz.
  • Numerato, Dino. (2015). “Who Says “No to Modern Football?” Italian Supporters, Reflexivity, and Neo-Liberalism”. Journal of Sport & Social Issues, 39(2), 120-138.
  • Solar, Luis V. y Reguera, Galder. (2008). Cultura(s) del fútbol. Editorial: Bassarai.
  • Verdú, Vicente. (1980). El fútbol: mitos, ritos y símbolos. Madrid: Alianza editorial.



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