En la primera entrada de este Blog, el compañero Pablo ya realizó un breve análisis del artículo de Emmanuel Rodríguez que lleva por título “La tentación rojiparda”, por lo que a mí respecta, únicamente me centraré en reflexionar acerca de un concepto que el autor emplea tanto en el texto como en diversos tweets. Y me refiero a la categoría “clase obrera nacional” (en algunos momentos llega incluso a añadir el adjetivo “blanco” al final).
La sensación que uno percibe al leer el texto es, y a los comentarios que la gente deja al final del mismo me remito, que esta categorización es empleada de manera despectiva y despreciativa, dando a entender que para el autor este concepto ya no tiene vigencia, ya no describe la realidad. La cuestión y los interrogantes que uno se plantea son: ¿No existe entonces la “clase obrera”? ¿Nos encontramos frente a un actor, que como todo lo sólido, se ha desvanecido en la fragmentación que caracteriza a la sociedad capitalista posmoderna? ¿Es algo perteneciente al pasado y que ha sido sustituido por el “precariado”, el “pueblo”, los “invisibles”, etc.?
Bajo mi punto de vista, mientras la sociedad capitalista perviva, mientras la contradicción básica entre la producción social y la apropiación individual de los bienes de producción siga existiendo, la sociedad estará y seguirá dividida en dos clases con intereses irreconciliables, la burguesía y el proletariado. Esto implica además que el único actor verdaderamente revolucionario es la clase obrera. Negar la propia existencia de esta contradicción antagónica básica se convierte en condición para una derrota obvia.
Es completamente cierto que las condiciones de lo realmente existente han mutado desde los análisis de Marx o de Lenin, pero la perduración de este modo de producción tiene como consecuencia que las tesis, los fundamentos entonces planteados sigan siendo válidos hoy en día (obviamente readaptando el análisis a través del empleo del materialismo dialéctico, pero nunca “valiéndonos” de este para caer en el revisionismo o en el pragmatismo burgúes).
¿Convergen distintos agentes dentro de la amalgama de la clase obrera? Si. ¿Es difícil darle una definición concreta? También. Los conceptos sirven para reducir la complejidad de la realidad, por ello puede parecer que caemos en una simpleza al realizar la dicotomización de la sociedad en dos únicas clases. Pero hay que entender que el salto cualitativo a la sociedad socialista se logrará solo a través del cambio de posición entre la burguesía y el proletariado.
El hecho de que en el imaginario colectivo al hablar de “proletariado” ya no nos venga a la mente un obrero con mono dirigiéndose a la fábrica, no es sinónimo de desaparición de la misma. En la medida en que una minoría siga concentrando la riqueza en sus manos, recayendo la explotación, para que esto así sea en la mayoría, mientras persista el choque entre intereses objetivos, podremos y debemos seguir hablando de estas dos clases sociales (aunque luego dentro de cada una de ellas podamos establecer subclases y contradicciones -no antagónicas- secundarias).
Y, por último, no sé qué entenderá Emmanuel por clase obrera nacional. A mi modo de entender, tendría que hacer referencia a todos aquellos que trabajan o tienen como objetivo trabajar aquí, hayan nacido o no en este territorio. Lleva tiempo quedando patente que estos que se adscriben como representantes de algo que niegan, se centran en fragmentar a la clase trabajadora, en este caso es entre “nacionales” y migrantes, pero los ejemplos de establecer franjas divisorias son muchos.
En definitiva, frente a estos intelectuales academicistas funcionarizados, tan cómodos en su posición de sustentación de la clase que ostenta el poder y de lacayos de la ideología dominante; frente a la izquierda populista laclauniana tan obsesionada con construir identidades colectivas, y frente a la izquierda que únicamente se dedica a hacer seguidismo de la pequeña burguesía, la solución reside en retornar a aquellos principios que se fueron diluyendo por el camino, repensándolos a la luz de las condiciones concretas objetivas actuales. Estableciendo a su vez, en el centro del análisis, a la clase trabajadora, sin desprecios, sin idealizaciones.