El deporte se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas en la sociedad actual. Nos estamos refiriendo a este en su conjunto o a alguno en concreto, como el fútbol o el baloncesto, el triunfo de este tipo de competiciones en la actualidad es absoluto. Para mucha gente, incluso, este tiene un papel relevante en la propia construcción de la identidad. Las personas nos concebimos como parte de algo, y, en muchas ocasiones, el deporte es ese ‘algo’. Hoy en día es imposible negar que el deporte es un miembro de pleno derecho de la cultura de masas global, penetrando incluso en los países más herméticos.
De esta manera, el deporte, que hoy en día se ha convertido en una de las mejores herramientas publicitarias del mundo, ni está exento de carga ideológica ni es inocuo a la política. Más concretamente, en su vertiente más geográfica: la geopolítica, tenemos numerosos ejemplos que así lo avalan. Por mencionar algunos, en el siglo XX pudimos ver cómo los Juegos Olímpicos de Berlín, que tuvieron lugar en 1936, o los celebrados en Moscú en 1980 fueron convertidos en un escaparate ideológico y de ‘soft power’ por parte de los regímenes encargados de su organización. Pero esto no es sólo cosa del siglo pasado. Estos últimos años hemos podido ver cómo la polémica se ha abierto camino en torno a la celebración de competiciones como la Copa Mundial de Fútbol de 2018, celebrada en Rusia, en la que sus detractores argumentaron que sirvió como escaparate para el régimen de Putin. Por el contrario, los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018, celebrados en la ciudad surcoreana de Pieonchang, lejos de generar controversia, facilitaron un tímido acercamiento y contribuyeron a la distensión en el conflicto entre las dos Coreas, que marcharon juntas en la ceremonia de apertura bajo la bandera de la unificación coreana.
Al ser el conflicto entre política e ideología y deporte algo inherente a este último, era de esperar que más pronto que tarde acabasen produciéndose situaciones similares, aunque con una menor escala, en el contexto de los deportes electrónicos, un fenómeno bastante novedoso pero que ya cuenta con bastantes años de recorrido. Cuestiones como los acuerdos publicitarios, las sedes de las competiciones elegidas o el posicionamiento de organizaciones y empresas ante las polémicas que puedan surgir tanto en su interior como en torno a ellas son sólo algunos de las cuestiones que, como en tantos otros sectores, acaban generando debate y controversia debido a la carga ideológica que conllevan todo este tipo de decisiones.
Sin ir más lejos, en el último año han tenido lugar en el mundo de los deportes electrónicos algunas polémicas relacionadas con cuestiones como las anteriormente descritas y que, además, han tenido una marcado carácter geopolítico.
El primer gran conflicto de este tipo, que causó un profundo debate en la comunidad, se enmarca en medio de las protestas que tuvieron lugar en Hong Kong durante la segunda mitad de 2019, a raíz del proyecto de ley de extradición a China, presentado por el Gobierno de la región administrativa. Durante un torneo del videojuego Hearthstone,
celebrado en Taiwan, el jugador profesional Chung Ng Wai, de origen hongkonés y más conocido en la comunidad como «Blitzchung», apareció en una entrevista con una máscara que recordaba a las que utilizaban los manifestantes para evitar los gases lacrimógenos y gritó una consigna que se hizo popular durante las protestas: «¡Liberad Hong Kong, la revolución de nuestro tiempo!». La empresa responsable de la competición, Blizzard, anunció al día siguiente la expulsión de este jugador del torneo y la prohibición de participar en más competiciones durante un año, además de la pérdida de todo el dinero obtenido en premios. La reacción de la comunidad fue inmediata. La empresa responsable, Blizzard, está adquirida por el gigante tecnológico chino ‘Tencent Holdings’, por lo que se especuló acerca de los motivos políticos que pudieran haber motivado la sanción.
La polémica fue tal que esta llegó incluso al Congreso de los Estados Unidos. Unos días más tarde de los hechos, representantes de ambas cámaras enviaron una carta a Blizzard condenando la sanción y pidiendo su revocación. La carta fue firmada por representantes de ambos partidos, como Marco Rubio o Alexandria Ocasio-Cortez. Finalmente, la sanción fue rebajada de doce a seis meses.
Apenas unos días más tarde hubo otra polémica durante el Campeonato Mundial de League of Legends de 2019, celebrado en Europa y al que consiguió clasificarse el equipo hongkonés ‘Hong Kong Attitude’, tercer representante de la League of Legends Master Series (LMS), principal competición de Taiwán. Durante la celebración de este torneo los aficionados pudieron ver cómo algunos analistas y comentaristas, en algunas ocasiones, para referirse a este equipo utilizaban únicamente sus siglas e, incluso, como ocurrió una vez, uno de los comentaristas rectificó tras haber comenzado a decir el nombre completo del equipo para después continuar únicamente con sus siglas: «HKA». Este sutil detalle, apenas unos días después de la anterior polémica, generó un profundo malestar en redes sociales. De nuevo, la empresa organizadora de la competición, Riot Games, también pertenecía a ‘Tencent Holdings’. Unos días más tarde, Riot Games emitió un comunicado negando haber mandado evitar mencionar el nombre de Hong Kong durante la retransmisión, lo cual afirmaban quienes criticaron los hechos.
La última polémica a cargo de los deportes electrónicos tiene que ver, esta vez, con Arabia Saudí y el movimiento LGTB. Hace unos días la máxima competición europea de League of Legends, la League of Legends European Championship (LEC), anunciaba que NEOM se convertiría en el principal patrocinador de la temporada de verano. La empresa en cuestión, NEOM, hace referencia a un proyecto saudí a cargo del príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, que pretende construir una megaciudad a orillas del mar Rojo que opere como centro global tecnológico y de negocios. Este proyecto, independientemente del acuerdo, cuenta una serie de polémicas propias, pues supondría la expulsión de la zona elegida de la tribu Howeitat y ha sido relacionado con el asesinato del activista Abdul Rahim, que trató de denunciar estos hechos.
Por si esto no fuera suficiente para convertir este acuerdo publicitario en una decisión cuanto menos cuestionable, la LEC ha sido una competición que históricamente ha hecho bandera de cuestiones como la lucha por los derechos LGTB, el feminismo o, más recientemente, las protestas en torno al ‘Black Lives Matter’. La reacción, por lo tanto, no se hizo esperar. Todos los comentaristas, analistas, y principales personalidades de la
escena mostraron inmediatamente después de darse a conocer el acuerdo su profundo rechazo por la decisión adoptada. Apenas unas horas más tarde, la plana mayor de comentaristas de la competición se oponía en bloque a participar en la retransmisión hasta que el acuerdo fuera retirado. Una huelga improvisada. Por si esto no fuera suficiente, durante las últimas semanas la LEC estuvo llevando a cabo una campaña en favor del colectivo LGTB, haciendo gala de los colores de la bandera en el logo de la competición. Para aquellos más interesados en la comunicación política: el ‘timing’ del anuncio no podía ser peor. La reacción no se hizo esperar mucho. Al día siguiente, la organización anunciaba que había suspendido el acuerdo de patrocinio con NEOM. Quienes alzaron la voz consiguieron su objetivo, pero, como veremos a continuación, no siempre es así.
Prácticamente al mismo tiempo que esto ocurría, NEOM había llegado a un acuerdo de patrocinio con otra competición internacional de deportes electrónicos. En esta ocasión era la BLAST Premier, una liga de Counter-Strike: Global Offensive que opera tanto en Norteamérica como en Europa. Al contrario de lo que pasaba en torno a la LEC, la polémica aquí no consiguió alcanzar la misma repercusión. Ninguna voz interna cargaba contra el acuerdo y esta responsabilidad corría únicamente a cargo de los aficionados. Como era de esperar, este acuerdo no sólo no ha sido revocado, sino que la cooperación entre la BLAST Premier y NEOM parece estar bastante asegurada, pues los primeros han anunciado su interés en crear contenido dentro del juego en torno a NEOM y de ayudar a al proyecto a convertirse en un enclave regional de los deportes electrónicos.
Estos son sólo algunos ejemplos de la relevancia que están cobrando los deportes electrónicos, como lo hicieron en su día los deportes tradicionales, convirtiéndose en objeto de interés tanto de empresas como, en este último caso, de regímenes en busca de un lavado de imagen en perjuicio de los derechos de las minorías. El hecho diferencial sin el cuál no se entiende el resultado opuesto que ha tenido el acuerdo de NEOM con la BLAST Premier y con la LEC no es otro que la toma de partido que esta última había tenido previamente en favor de diversas causas sociales, además del férreo posicionamiento de algunas de sus personalidades en esta cuestión. La propia competición se había politizado. Teniendo esto en mente, no podemos entender el deporte y la competición como algo alejado de las ideologías y la política, porque, aunque queramos negarlo, la politización seguirá existiendo, pero estará al servicio de unos pocos.
Por Alejandro Solís Rodríguez – @AlejandroSRguez en Twitter. Politologo por la UC3M