Saltar al contenido

Bases Autónomas, historia exprés del “anarcofascismo” español.

Hace aproximadamente un año escribí un artículo sobre el Círculo de Amigos de Europa (CEDADE), una organización nacionalsocialista que tuvo una trayectoria muy exitosa y supo renovar ideológicamente el nacionalsocialismo. El artículo a continuación, si bien no es una continuación del anterior, está enmarcado en mi proyecto personal de desgranar la historia y los aportes teóricos de grupos de extrema derecha y fascistas  de España y Europa.

En este caso abordaremos el excepcional caso de Bases Autónomas, organización que estuvo en activo desde la década de los 80 hasta mediados de 1990 aproximadamente. Explicaré su historia, particularidades organizativas y sus aportes teóricos.

Década de 1980, Skinheads y Neonazis en las capitales.

Comprender la historia de lo underground desde la muerte de Franco hasta la llegada del 2000 sin mencionar la heroína, los movimientos radicales juveniles y en nuestro caso, los skinheads neonazis, es imposible.

Podríamos enmarcar el nacimiento de esta organización varios meses después de los comienzos del primer gobierno del Partido Socialista Obrero Español, en otoño de 1983. Sus primeros impulsores fueron Fernando Perdices (ex militante de JNR y líder de esta organización) y estudiante de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Rodrigo Ruíz de Castro e Ignacio Alonso García.  Como todo movimiento radical juvenil de estas características, los primeros integrantes que se sumaron fueron jóvenes universitarios, aunque siempre un número muy modesto. En 1984 crearon la Coordinadora de Estudiantes Nacional Revolucionarios (CENR), y es a través de esta coordinadora desde la que se lanzará las siglas de Bases Autónomas (BB.AA) y tomarán popularidad.

Tras 1985 este grupo comenzó a lanzar su revista, llamada La peste negra, en la cual usaban como principal reclamo y mascota a la Rata Negra, uno de los principales símbolos del movimiento neofascista europeo. Posteriormente, y debido a su enorme horizontalidad organizativa, lanzaron otras 5 revistas-fanzines más: ¡Agitación!, ¡Acción directa!, ¡A por ellos!, Y ahora ¿qué pasa? ¿eh? Y los veranos de la baska. Todos ellos tenían una tirada muy reducida, entre 300 y 1000 unidades cada uno, y eran vendidos personalmente por los miembros de estas organizaciones.

Es a partir de este año y en 1986 cuando el CERN y BBAA comienzan su periodo de mayor crecimiento (siempre teniendo en cuenta que eran grupos minoritarios) en el cual consiguen adhesiones de personas de muchos espectros sociales diferentes. Este año lo finaliza siendo una de las organizaciones fascistas que mayor capacidad de movilización tiene en todo Madrid, ya que había ocupado el hueco que Fuerza Nueva (disuelta en 1982 e ideológicamente más tradicionalista) había dejado años atrás. Si bien ocuparon el vacío de este partido, tenían diferencias ideológicas y organizativas. 

El principal problema de la organización, que en un apartado posterior detallaré, fue su indefinición ideológica, o más bien el poco peso que tenía la reflexión política frente a las acciones directas de lucha callejera. Esto les permitió reclutar a jóvenes marginales de diversos círculos sociales, pero no poder articular un movimiento político que se pudiera tomar en serio como sí ocurrió con CEDADE. Esto finalmente acabó por crear una bola de nieve imparable que hizo inviable la continuidad del grupo, y finalmente la CERN (Coordinadora de Estudiantes Nacional Revolucionarios) se acabó disolviendo en 1988 al no poder darle un cariz político a esta organización.

Bases Autónomas siguió con su espiral de violencia gratuita para ganar notoriedad. Y es durante las elecciones generales de 1989 en las cuales cometieron un boicot y ataque al inicio de campaña del Centro Democrático y Social. En este enfrentamiento Bases Autónomas tomó por sorpresa al partido y hubo varios heridos de la organización. Y a partir de aquí la organización no podía hacer otra cosa sino que entrar en declive, no solo por sus erráticas actividades, sino porque realmente era un problema serio de orden público:

“Ya no quedaba ninguna pared por pintar. Habíamos llenado de pintadas todo Madrid. No recuerdo donde lo leí, pero en un periódico o una revista salió que después de aquello (la agresión a los militantes de CDS) venía el explosivo de Goma-2. Claro, no es que esto fuese cierto, pero si era cierto que podía ser el inicio de una escalada de violencia”[1]

Ese mismo año, el 20-N (conmemoración del fallecimiento de Francisco Franco y Francisco Primo de Rivera) de 1989 tuvo lugar el hecho que finalmente hizo que la presión policial hiciera desaparecer al grupo neofascista. Durante esta jornada hubo numerosos disturbios en Madrid, y BB.AA trató de reventar el acto de Vanguardia Nacional Revolucionaria (VNR). Finalmente, el enfrentamiento no se produjo pese a las tensiones, y en su retirada, los “basistas” arrasaron varios puestos del mercado de El Rastro. Las crónicas de sus propias revistas cuentan lo ocurrido:

“Al finalizar el acto (de VNR), se escuchaban comentarios y conversaciones de todo tipo, unos hablaban de currar a los fachas de la concentración (del 20-N) de San Juan de la Cruz, otros proponían cruzar coches, montar barricadas y meter caña a la madera cuando, de repente, salió la chispa (…) en las cercanías del Rastro, los rojos habían perseguido a un reducido grupo de calvos (skinheads), esto rebotó a la peña que, espontáneamente empezó a caminar hacia el metro (…).

Una vez en Tirso de Molina, la peña empezó a desparramar a diestro y siniestro. “El personal pillado por sorpresa salió por patas”, como comentan los propios rojos en sus publicaciones”[2]

Es tras estos hechos que ocurrió el incidente decisivo que decidió el final del grupo. Cometieron un atentado contra diputados abertzales de Herri Batasuna, en el que resultó herido Iñaki Esnaola y murió Josu Muguruza. Como no se pudo encontrar a un culpable material, se ejerció una presión sobre BB.AA que les hizo reducir toda actividad a mínimos.

Y desde ese punto la poca seriedad de lo que quedaba del proyecto político de Bases Autónomas se acabó desvaneciendo, se convirtió en un grupo totalmente nihilista cuya estrategia se basó hasta su desaparición en crear el caos allá donde se manifestaba.

Base social de sus seguidores.

Analizar la base social de esta organización creo que es de interés porque su práctica política estaba relacionada con los estratos sociales y culturales que la conformaban, además de que era diferente a la que ha sido popular en otras organizaciones de esta índole.

En un principio esta organización nació en el seno de la UAM, obteniendo el apoyo de algunas decenas de jóvenes universitarios. Pero a partir de ahí, sin salir de los mundos juveniles, se expandieron añadiendo a jóvenes marginales de toda índole de Madrid. Comenzaron a militar rockers, cabezas rapadas, punkies, okupas e incluso grupos de motoristas de todo Madrid. Además de todo esto, Bases Autónomas se nutrió enormemente de miembros de los Ultrassur  y del Frente Atlético, grupos de hooligans radicalizados del Real Madrid y Atlético de Madrid, respectivamente.

En 1987 uno de sus propios panfletos (“¡A por ellos!”) realizó una encuesta interna, de la cual podemos señalar que la más del 90% de los miembros de la organización eran de Madrid capital, y que estos en su mayoría eran jóvenes y con un mayor peso de universitarios (66,6%)[3], pese a lo que comenté anteriormente. A continuación comentaré mas detalles de esta encuesta, ya que nos puede servir para conocer más detalladamente la ideología interna de la organización.

Ideología y estructura organizativa.

Si bien ideológicamente Bases Autónomas era una renovación nacional revolucionaria de antiguos postulados, la principal novedad fue la forma de organizarse y actuar. Podríamos definirlos como un movimiento underground “tercerposicionista” radical, alejado de las típicas pretensiones de la extrema derecha tradicional española. De hecho es este intento de crear un movimiento alejado de movimientos como Fuerza Nueva les llevó a enfrentamientos con movimientos de índole más conservadora:

“Nuestro enemigo número uno es la llamada derecha nacional que se va infiltrando poco a poco en Europa. No es la izquierda, sino la burguesía, la derecha, el primer enemigo del auténtico nacionalismo”[4]

En los análisis a vuelapluma de esta organización se incide en el carácter “anarcofascista” de la organización. Ya esto nos debería indicar una cierta confusión ideológica de la organización, que si bien usaba a la “rata negra” (símbolo neofascista que se popularizó tras Mayo del 68) como símbolo reivindicó a Durruti y reivindicaba personajes históricos que no eran tradicionales de la extrema derecha que tenemos en mente.

En la misma encuesta antes citada también se preguntó por autoubicación ideológica y los resultados son muy dispares. Un 30,98% se definia nacionalsocialista; un 31,48% como nacionalrevolucionario y un 11,11% como “basista”. Pero otras definiciones también fueron escogidas: Nacionalsindicalista, nacionalista europeo, marxista, fascista.

También se les preguntó por sus personajes históricos más admirados, y es ahí donde la mezcolanza ya es difícil de digerir: Hitler (como cabeza de lista), Mussolini, César, el Ché Guevara, Wagner, Cristo, Bakunin, Mao, Sorel o Mao. Y en la lista de personalidades españolas tenemos a Ramiro Ledesma Ramos, Antonio Primo de Rivera, Durruti, los Reyes Católicos o Viriato. Esta esquizofrenia ideológica si bien sirvió para atraer miembros en ambientes muy diversos, pero hizo que la organización fuera insostenible a largo plazo.

El aspecto más polémico de Bases Autónomas es su supuesto anarquismo, que a mi parecer no era ideológico sino organizativo. La organización promovía la autoorganización, la acción directa y la creación de grupos de trabajo internos con mucha libertad de acción, ya que podían llevar a cabo sus propias iniciativas. Había límites a estas libertades, pero no eran excesivos, según la propia organización los límites eran:

“La coordinación de actividades generales y el control de la línea política son las dos únicas barreras a la libre imaginación creadora y destructora de nuestra gente”

Es por ello que a mi parecer, catalogarlos de “nacionalrevolucionarios” podría ser un apelativo más correcto. No quiero convertir este artículo en una discusión terminológica, veo de mayor utilidad resaltar estas novedades y diferencias que Bases Autónomas lanzó al mundo de la extrema derecha. Este énfasis que hicieron en la autoorganización, la violencia totalmente gratuita, la imaginación y acción destructora fueron totalmente nuevas en este ecosistema de la extrema derecha madrileña en el que era mayoritaria las clases acomodadas. Bases Autónomas fueron pioneros en alejarse de grupos sociales más acomodados, teniendo siempre un halo de tribu urbana que ha tenido su eco hasta nuestros días en el mundo de la extrema derecha. De ahí que actualmente uno de los principales de foco de ideologización y reclutamiento de miembros de estos grupos sean el futbol, los deportes de contacto y el mundo juvenil.

Conclusiones.

La historia de Bases Autónomas fue breve, marginal y no transcendió de Madrid. Pero a pesar de sus limitaciones fue un proyecto renovador en la extrema derecha tanto en lo organizativo, comunicativo y en sus apoyos sociales. El principal problema que acució desde un principio fue que no realizaron una síntesis ideológica organizativa al margen de sus eslóganes, tampoco vemos nada del pensamiento libertario, siquiera sus propios miembros se autodefinían como tal, es por lo tanto que denominarlos como “anarcofascistas” me parece atrevido.

Finalmente, y como ya mencioné anteriormente, Bases Autónomas acabó muriendo por desgaste interno y externo, pero eso no les impidió crear precedentes y servir como ejemplo para las nuevas generaciones de organizaciones de extrema derecha. Y esto es visible en el cambio de paradigma estético que sufrió la extrema derecha y los movimientos neofascistas después de la década de 1980.


[1] Casals, X (1995) Neonazis en España de las audiciones wagnerianas a los skinheads (1966-1995). P. 223

[2] Íbidem. P. 224

[3] Íbidem. P. 219

[4] Ibídem. P. 217

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *