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Estrategias para la liberación: viejos y nuevos debates en la izquierda palestina

Ramsis Kilani

Traducción por @canariodeciudad

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Texto original: International Socialism


Tras más de 8 meses de genocidio israelí en Gaza, la resistencia palestina sigue resistiendo.[1][2] En la actualidad, esta resistencia está dominada por organizaciones islamistas. La principal fuerza militar y política en la Franja de Gaza (y cada vez más, desde la ofensiva del 7 de octubre, más allá de ella) es el movimiento islamista Hamás.[3] Las operaciones militares de su brazo armado, las Brigadas Izz ad-Din al-Qassam, se llevan a cabo a menudo en colaboración con el segundo grupo militante en importancia, la Yihad Islámica Palestina.[4] Aunque organizaciones de izquierda como el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) son miembros de la Sala Conjunta de Facciones de la Resistencia Palestina -formada en 2018 para coordinar la lucha armada en Gaza, la influencia militar y política de las corrientes históricas de la izquierda palestina es marginal actualmente.

Sin embargo, no siempre fue así. En las décadas de 1970 y 1980, el FPLP, el mayor partido político palestino que se autodenominaba marxista-leninista, era famoso e infame en todo el mundo por sus operaciones militantes. La organización editaba un periódico semanal en árabe, Al-Hadaf (El Objetivo), así como una publicación mensual en inglés, PFLP Bulletin. Ambas contenían análisis políticos y teóricos, además de tratar asuntos internacionales, sociales y culturales. Se calcula que el FPLP contaba con unos 5.000 miembros sólo en Jordania, y casi la mitad de ellos eran combatientes armados.[5] La organización gestionaba hospitales, escuelas, guarderías y otros servicios tanto en Jordania como en Líbano. De hecho, mi padre y decenas de miles de palestinos de Gaza y otros lugares simpatizaban con las facciones laicas de izquierda de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), que actuaba como agrupación paraguas de las facciones palestinas. Estos grupos de izquierda mantenían estrechos vínculos con la diáspora palestina, los partidos comunistas y las organizaciones militantes de todo el mundo.

En este artículo sostengo que las razones del declive de las organizaciones históricas de la izquierda palestina residen principalmente en su priorización de las estrategias militares, que las hizo dependientes de las estructuras de la OLP. La competencia burocrática entre las facciones de la OLP por la financiación y el apoyo de los regímenes de la región redujo el espacio para la organización que podría liberar la energía creativa de la gente corriente a través de la lucha desde abajo. El predominio de las concepciones estalinistas de una revolución por “etapas”, en la que la lucha nacional siempre tendría prioridad sobre la lucha por la liberación social de la explotación y la opresión, sofocó la dinámica revolucionaria de la lucha palestina.

Hoy en día, las cuestiones de estrategia han vuelto a la superficie debido a las revoluciones y contrarrevoluciones árabes desde 2011, la dramática escalada militar en Oriente Medio desde la ofensiva dirigida por Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023, la brutal respuesta israelí y los ecos de todo ello en el creciente movimiento de solidaridad con Palestina en los países occidentales. Una nueva izquierda palestina está creciendo, sobre todo en la diáspora, con formaciones como el Movimiento Juvenil Palestino desempeñando un papel en la configuración de corrientes radicales en el movimiento de solidaridad.

Para los socialistas revolucionarios, los palestinos siempre han tenido -y siguen teniendo- todo el derecho a resistir, por todos los medios necesarios, a la colonia de poblamiento sionista respaldada por el imperialismo que ocupa su tierra y los oprime. Deben contar con nuestro apoyo incondicional cuando luchan por la libertad. Sin embargo, nuestra solidaridad con la lucha de un pueblo oprimido no puede eliminar la necesidad de una crítica de las tácticas y estrategias empleadas por las organizaciones palestinas.[6] Revisar la historia y los controvertidos debates dentro de la izquierda palestina puede proporcionar un recurso vital, ayudándonos a comprender las lecciones del pasado y a desarrollar una estrategia para la liberación del colonialismo sionista en la actualidad.

Orígenes de la izquierda palestina

La década de 1950 fue testigo de la creciente popularidad de una versión del nacionalismo árabe en Oriente Medio y el Norte de África. Esta ideología veía a los árabes como un solo pueblo (“qawm” en árabe) que había sido dividido por las fronteras impuestas artificialmente en la época colonial. En 1952 y 1958, respectivamente, los militares subalternos de Egipto e Irak derrocaron a sus monarquías respaldadas por los británicos, y el líder egipcio Gamal Abdel Nasser surgió como campeón del nacionalismo árabe. Nasser planteó un desafío político y económico a las antiguas potencias imperialistas, Gran Bretaña y Francia, mediante la nacionalización del Canal de Suez en 1956. Estos acontecimientos alimentaron la idea de que la “unidad árabe” podía crearse mediante la actuación de nacionalistas radicales al frente del Estado. En 1958, Egipto y Siria acordaron la primera gran fusión de Estados árabes, la República Árabe Unida. La liberación de Palestina se promocionó como una causa central del nacionalismo árabe, y muchos palestinos esperaban que Nasser actuara contra Israel.[7]

La izquierda palestina surgió de una doble crisis de este nacionalismo árabe. El primer momento de crisis se produjo en 1961, cuando el Estado sirio se separó de la República Árabe Unida, que se había creado sólo tres años antes. El segundo momento de crisis, más grave, se produjo con la devastadora derrota de los ejércitos árabes ante Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967. El fracaso militar de Egipto, Jordania y Siria puso en entredicho la doctrina de que la unidad árabe liberaría Palestina. En ese momento, las ideologías nacionalistas de izquierda que se autodenominaban “marxistas” empezaron a competir con el nasserismo en el Movimiento Nacionalista Árabe (MNA), una organización panarabista fundada por un grupo de estudiantes palestinos de la Universidad Americana de Beirut a raíz de la Nakba (“catástrofe”), la expulsión forzosa de unas 750.000 personas por el recién creado Estado de Israel en 1948.

Según el sociólogo palestino Jamil Hilal, los críticos de izquierdas del nasserismo buscaban “todo lo que estaba disponible en el mercado”.[8] Lo más popular en el “mercado” de la época eran las ideologías destacadas en las luchas de liberación nacional de Argelia y Vietnam, por las que muchos palestinos sentían un gran respeto. Los textos de las principales figuras de las luchas anticoloniales -como Mao Zedong, Che Guevara y Ho Chi Minh- eran muy leídos y discutidos. En este contexto, la teoría de las etapas estalinistas ganó influencia en la izquierda palestina. Esta teoría sostenía que el papel de los comunistas en las luchas de liberación nacional era apoyar el proyecto de la clase capitalista autóctona de construir un Estado-nación y evitar cuidadosamente arriesgarse a la ruptura de alianzas con los capitalistas absteniéndose de impulsar una revolución social contra el capitalismo. La independencia nacional tendría que lograrse antes de que el socialismo pudiera entrar en la agenda; una primera etapa, la revolución burguesa, tendría que completarse antes de que pudiera iniciarse una segunda etapa, la revolución socialista.

Entre los interesados en este modelo de liberación nacional estaban dos fundadores de la ANM: George Habash, palestino víctima de la limpieza étnica de Lydda durante la Nakba, y Wadie Haddad, que había sido expulsado de Safad en 1948. Ambos eran jóvenes médicos panarabistas y dirigían juntos una clínica médica en Ammán (Jordania). Ayudaron a transformar la sección palestina de la ANM en el FPLP, fusionándose con el Frente de Liberación de Palestina y otros grupos “fedayines”.[9]

La OLP, por el contrario, se creó inicialmente como producto y herramienta de Nasser en medio de rivalidades regionales en 1964. Sin embargo, esto cambió con la derrota militar de Nasser en la Guerra de los Seis Días y la operación guerrillera sorprendentemente exitosa contra el ejército israelí en Jordania en la Batalla de Karameh por parte de Fatah, un grupo guerrillero palestino.[10] Más tarde, Fatah se hizo cargo de la OLP y la transformó, convirtiéndola en un movimiento de masas y haciéndola más independiente de El Cairo. Los nuevos grupos de izquierda, cuyos líderes habían rechazado la OLP, se unieron a ella.

En consecuencia, la OLP de este periodo estaba formada por una serie de facciones de resistencia armada con una ideología laica. Al Fatah era la más grande y existía desde la década de 1950, aunque no inició sus operaciones militares hasta 1965. Su política se basaba en una forma de nacionalismo “watani” que defendía una identidad nacional palestina compartida, distinta del proyecto nacionalista panarabista “qawmi”.[11] Esto resonó en la clase capitalista palestina, que necesitaba un movimiento de masas para librar su lucha por crear un Estado-nación palestino, pero también quería evitar poner en peligro sus alianzas con los Estados capitalistas árabes existentes. Fatah se convirtió en el partido de la burguesía palestina. Las principales figuras de Al Fatah, así como de sus competidores de izquierdas dentro de esta recién formada OLP, tenían sus orígenes en la clase media y la intelectualidad palestinas que vivían en el exilio en los Estados árabes.

Al Fatah intentó atenerse a una política de no injerencia en los asuntos de los Estados árabes, rechazando la idea de implicarse en las luchas políticas de otros países árabes. En cambio, el FPLP consideraba esencial la injerencia. Sin embargo, no consiguió romper del todo con sus antecedentes panarabistas, y su concepto de injerencia no tenía como objetivo las revoluciones obreras y la destrucción de las maquinarias estatales capitalistas. Las concepciones ideológicas y organizativas del FPLP seguían el ejemplo de los movimientos de liberación nacional del Tercer Mundo, cuyos intelectuales radicales se orientaban hacia los modelos chino y soviético de capitalismo de Estado como método para crear crecimiento económico e independencia. La organización siguió considerando que la liberación nacional requería el apoyo de los gobiernos árabes a la resistencia palestina. A esto se refería Habash, el primer secretario general del FPLP, cuando hizo suyo el lema panarabista formulado inicialmente por el presidente de la OLP, Ahmad Shukeiri: “El camino hacia Palestina pasa por Ammán, pasa por Beirut, pasa por El Cairo y pasa por Riad”.[12] Cuando los socialistas revolucionarios enarbolan la misma consigna, la revisten de un significado muy diferente: que las luchas revolucionarias de los trabajadores y los pueblos empobrecidos de los países que rodean Palestina son esenciales para la victoria de la revolución palestina.

El precio de la dependencia

La OLP utilizó las tácticas de la guerra asimétrica para enfrentarse a su poderoso enemigo israelí. Sin embargo, los riesgos eran enormes para quienes dirigían la abnegada (y a menudo necesariamente clandestina) lucha de resistencia clandestina contra un enemigo militarmente superior. Con la victoria de Israel sobre el nacionalismo árabe durante la Guerra de los Seis Días, el Estado colono-colonial se había convertido en el perro guardián del imperialismo estadounidense en la región. Los dirigentes políticos palestinos corrían el riesgo de ser asesinados o encarcelados tanto dentro como fuera de Palestina, y sus organizaciones eran criminalizadas por Israel y Occidente.

Tras su ruptura con Nasser, la OLP aceptó el apoyo de nuevos actores estatales, desde las monarquías del Golfo hasta la Argelia poscolonial, Vietnam y Cuba. La organización intentó prosperar financiera, militar y diplomáticamente aprovechando la rivalidad interimperialista entre Washington y Moscú durante la Guerra Fría, así como las rivalidades regionales entre los regímenes árabes.

El ala izquierda de la OLP no fue una excepción a la hora de depender del patrocinio exterior de actores estatales. Omar Mostafa señala:

Aunque rechazaba, correctamente, la noción de que algunos regímenes árabes eran socialistas, el FPLP hizo una falsa distinción entre los regímenes reaccionarios que se acomodaban al imperialismo y los nacionalistas progresistas que se veían obligados a luchar contra él. Así, basándose en esta distinción, el FPLP se alió con varios gobiernos árabes represivos, como el régimen baasista de Irak y el régimen de Assad en Siria.[13]

El FPLP era la mayor facción de la OLP a la izquierda de Al Fatah, pero no era la única. Originalmente, el Frente Popular Democrático para la Liberación de Palestina se formó tras una escisión de izquierdas de antiguos miembros de la ANM y del FPLP, organizándose como “ala progresista” en torno a la revista Al-Hurriyya (“Libertad”). En 1969, se separó del FPLP al rechazar la teoría que diferenciaba entre Estados árabes reaccionarios y progresistas, y la organización adoptó oficialmente el nombre de Frente Democrático para la Liberación de Palestina (FDLP) en 1975. Su crítica al FPLP también cuestionaba su enfoque militar, y en un principio abogaba por una transición a una “guerra popular” de liberación en toda regla mediante el aumento de “una conciencia política fundamental” entre las masas.[14] Sin embargo, el FDLP no consiguió mantenerse financieramente independiente de los regímenes árabes que teóricamente rechazaba. Mamdouh Nofal, antiguo tesorero del FDLP, afirmó en una entrevista a Al Jazeera que “el FDLP recibió un millón de dólares mensuales de Libia, el FPLP más de un millón de dólares, [y el FPLP-CG] 1,5 millones de dólares en el periodo comprendido entre 1978 y 1980”.[15]

Aunque el FDLP comenzó como una escisión de izquierdas del FPLP, rechazando la teoría de los “regímenes árabes progresistas” mientras seguía aferrándose a otras debilidades como la teoría de las etapas, dio un brusco giro a la derecha tras la crisis a la que se enfrentó la OLP en Jordania en 1970, cuando la monarquía jordana emprendió una brutal guerra civil contra ella. En 1973, sólo unos años después de haber hablado de su intención de formar soviets, el FDLP fue pionero en un programa llamado “Política de Fases”, que abogaba por una “autoridad nacional combatiente independiente”, en otras palabras, un miniestado palestino en Gaza y Cisjordania. Al año siguiente, en el Consejo Nacional Palestino, el líder de Fatah y de la OLP, Yasser Arafat, adoptó este precursor de la “solución de los dos Estados”.

Los retrocesos políticos del FDLP y Fatah en esta cuestión fueron reacciones trágicas y equivocadas a la grave derrota infligida al movimiento nacional palestino por los acontecimientos de Jordania en 1970. La posición de los Estados regionales respecto al movimiento nacional palestino siguió siendo contradictoria. Arabia Saudí y Kuwait afirmaban que apoyaban a la OLP, pero al mismo tiempo subvencionaban económicamente a la monarquía jordana cuando ésta empezó a intensificar sus ataques contra las organizaciones palestinas.[16] A pesar de los signos de inestabilidad del régimen jordano y de los llamamientos de los partidos palestinos de izquierda en Jordania para poner fin al reaccionario reinado del rey Hussein, ninguna de estas organizaciones se preparó seriamente para la posibilidad de un levantamiento revolucionario contra la monarquía en 1969-70. La movilización de miles de palestinos contra la monarquía jordana en 1970 fue una de las principales causas de la derrota del movimiento nacional palestino. La movilización de miles de palestinos y jordanos en un movimiento de masas contra la monarquía podría haber evitado la amenaza inminente de la expulsión de las guerrillas palestinas de Jordania y abierto un camino hacia la liberación de Palestina. Sin embargo, en lugar de anclarse en la clase obrera palestina y jordana, el FPLP se centró en el secuestro de aviones, apoderándose de varios aviones occidentales y aterrizando en Jordania en septiembre de 1970.

Cuando el régimen jordano lanzó su ofensiva contra la OLP, justificándola como reacción a las operaciones de secuestro, ninguna de las fuerzas palestinas estaba preparada. La dirección de Al Fatah, aún deseosa de no ofender a sus hermanos árabes de la clase dirigente, acordó treguas en medio de los bombardeos, lo que simplemente permitió al rey Hussein reforzar la disciplina en su ejército. No hubo intentos serios de ganarse a las filas del ejército en contra de su impopular liderazgo. Tras meses de idas y venidas, las guerrillas palestinas fueron derrotadas y expulsadas de Jordania en lo que se conoció como “Septiembre Negro”.[17] Los líderes árabes supuestamente más “radicales” no acudieron en ayuda de los palestinos. Chris Harman, al informar sobre el bombardeo jordano de la resistencia palestina, comentó: “Mientras tanto, Nasser, durante mucho tiempo el autoproclamado “líder de la revolución árabe”, se mantiene al margen esperando que gane el rey”.[18] Hafez al-Assad, el dictador de Siria, adoptó la misma postura, permaneciendo pasivo.

A pesar del apoyo diplomático y militar de Stalin a la creación del Estado de Israel, la Unión Soviética se convirtió en un punto de referencia clave para la OLP. En 1970, los soviéticos no sólo proporcionaban dinero e información, sino también entrenamiento militar, lanzagranadas propulsados por cohetes, minas y misiles. Las armas se canalizaban especialmente hacia los combatientes del FPLP. La orientación del grupo hacia la Unión Soviética iba más allá de la recepción de beneficios materiales; implicaba la adopción de conceptos organizativos como un comité central construido sobre la interpretación estalinista del “centralismo democrático”. En la práctica, este modelo organizativo estalinista equivalía a un centralismo burocrático y socavaba la democracia interna.

De hecho, la Unión Soviética pretendía transformar las organizaciones vinculadas a ella en instrumentos leales de sus propios objetivos de política exterior. Un informe del servicio secreto soviético exponía las intenciones que se escondían tras el apoyo a la guerrilla del FPLP: “La naturaleza de nuestras relaciones con Haddad nos permite un cierto grado de control sobre las actividades de la sección de operaciones exteriores del FPLP [permitiéndonos] ejercer una influencia favorable a la Unión Soviética y también alcanzar algunos de nuestros propios objetivos a través de las actividades del FPLP, observando al mismo tiempo el secreto necesario”.[19] La dependencia de la Unión Soviética significaba al menos un cierto grado de obediencia a sus instrucciones e imperativos ideológicos.

Los límites de una estrategia militar de liberación nacional

Inspirándose en el guevarismo, las fuerzas de izquierda de la OLP se centraron sobre todo en la lucha armada y el voluntarismo revolucionario. Leila Khaled, miembro de los cuadros del FPLP y una de las secuestradoras de septiembre de 1970, se hizo eco en su autobiografía de las famosas palabras de Guevara sobre la tarea de los revolucionarios: “Actuamos como revolucionarios para inspirar a las masas y desencadenar el levantamiento revolucionario en una era de contrarrevolución”.[20] La idea expresada aquí es que la voluntad revolucionaria de los individuos podría transformar una fase contrarrevolucionaria en una revolucionaria. La resistencia armada se consideraba el medio para lograr la revolución. Khaled imaginó una estrategia para la liberación de Palestina basada en el ejemplo de la lucha armada en otros contextos coloniales: “Debemos aprender a emular a nuestros hermanos argelinos”. Del mismo modo, el FPLP afirmaba que el Frente de Liberación Nacional vietnamita “demostró que [sólo] con una fórmula” de guerra popular de guerrillas “somos capaces de enfrentarnos al imperialismo con su superioridad tecnológica, económica y militar”.[21]

Muchas fuerzas de la izquierda palestina rechazaron con razón la lógica de Fatah de falsa diplomacia, concesiones políticas y rondas infructuosas de negociaciones con la potencia colonial israelí. Ghassan Kanafani, novelista y miembro destacado del FPLP, describió célebremente esas conversaciones desiguales como una “conversación entre la espada y la nuca”.[22] Sin embargo, como señaló acertadamente Jabra Nicola, un importante socialista revolucionario palestino, el hecho de centrarse casi exclusivamente en una estrategia militar supuso que los críticos de izquierdas de Fatah se abstuvieran de una participación muy necesaria en las luchas desde abajo que llevaban a cabo las organizaciones palestinas de base.[23] La resistencia armada actuó como sustituto de un proyecto de participación de las masas en el proceso de emancipación nacional. Jabra, escribiendo bajo el seudónimo de “A Said” en un artículo titulado “Tesis sobre la revolución en el Oriente Árabe”, resumió su forma de entender las “razones de la derrota palestina”:

1. La incapacidad de la dirección para reconocer, en la teoría y en la práctica, el alcance regional (todo el Oriente Árabe) de la revolución; la separación de la lucha por la “liberación de Palestina” de la lucha contra todos los regímenes árabes por una revolución socialista proletaria en todo el Oriente Árabe, que es la única que puede derrotar al imperialismo y al Israel sionista.

2. Su adopción de la teoría de la “revolución por etapas” y de la teoría de las “contradicciones primarias y secundarias”, subordinando la lucha de clases durante “un cierto período” a la “unidad nacional”, y considerando así a los regímenes árabes y a las clases dominantes árabes como aliados en la lucha contra el imperialismo y en la lucha contra Israel, y no como enemigos de clase contra los que hay que luchar y a los que hay que derrocar.

3. Su aceptación de la teoría del “foco”, que hace hincapié casi exclusivamente en el aspecto militar de la lucha, y su negativa a reconocer la necesidad de una organización de vanguardia revolucionaria panárabe y [la necesidad de] subordinar las operaciones militares a la estrategia política y a la dirección política. Así, no hizo ningún esfuerzo por politizar a las masas en los diversos países árabes y movilizarlas para una lucha revolucionaria, no sólo por la “liberación de Palestina”, sino por la liberación de todo el Oriente árabe de la dominación imperialista y de los gobernantes y regímenes árabes a través de los cuales domina [el imperialismo]. Su énfasis en la separación de la lucha palestina de la lucha local en los países árabes le llevó a adoptar tal política respecto a las masas árabes que incluso desmoralizó y enemistó a las masas jordanas y libanesas entre las que actuaba y tenía su base.[24]

La lógica de su enfoque en la guerra de guerrillas llevó a las fuerzas de izquierda dentro de la OLP a competir militarmente con Fatah mediante el montaje de operaciones armadas cada vez más espectaculares. Sin embargo, incluso el ala militarmente más radical del nacionalismo revolucionario veía la actividad de las masas simplemente como una herramienta para construir un Estado-nación, en lugar de ver la posibilidad de que la gente corriente lograra su propia autoemancipación tomando el control de los medios de producción. De hecho, esta actitud puede detectarse en el documento fundacional del FPLP de 1967, que pedía a las masas que cumplieran su papel como facilitadoras de la resistencia armada:

Las masas (¡oh, hijos de nuestro heroico pueblo!) son el aliento vital de los combatientes, y es la participación de las masas en la batalla lo que garantiza la victoria a largo plazo. El apoyo popular a los militantes a todos los niveles y en todas las tierras constituye la base de una lucha y una constancia auténticas, firmes y crecientes, en ascenso hasta aplastar al enemigo.[25]

Según esta perspectiva, la actividad de masas sirve de condición habilitadora para la agencia de un pequeño grupo de militantes. En lugar de que los trabajadores desarrollen su propia capacidad de autogobierno revolucionario, se espera que actúen principalmente como apoyo a las operaciones militares de las organizaciones guerrilleras.

Del fusil a la rama de olivo

Tras la derrota de las facciones armadas palestinas en Jordania por las fuerzas del rey Hussein en septiembre de 1970, la OLP se vio obligada a abandonar el país y trasladarse al Líbano, donde pronto tropezó con la Guerra Civil libanesa. Esto resultó ser un punto clave en el desarrollo de la izquierda palestina. Durante su estancia en Líbano, la OLP formó una entidad casi estatal, lo que llevó a la burocratización e institucionalización de sus facciones, incluidas las de izquierdas.[26] Esto afectó al FPLP, que también recibía fondos a través de los canales de la OLP. El activismo político fue objeto de “profesionalización”, con el desarrollo de estructuras burocráticas que aumentaron su dependencia material de los fondos de la OLP y de los patrocinadores estatales. Esta burocratización “influyó tácitamente en la agencia del FPLP y representó un obstáculo para el cambio”, ya que cualquier cambio “pondría en peligro las posiciones establecidas dentro de la organización”:

Además, la estructura burocrática también representaba un instrumento a disposición de la dirección para ejercer un mayor control sobre los miembros de la facción. Por tanto, la necesidad del FPLP de mantener la integración en las instituciones de la OLP y la burocratización de su estructura […] fomentaron un enfoque conservador en la dirección del FPLP.[27]

La corrupción generalizada de la OLP afectó a sus corrientes de izquierda a través del sistema que asignaba las finanzas entre las facciones, que también institucionalizó la competencia entre ellas por los fondos de los donantes estatales. En última instancia, el comité ejecutivo de la OLP controlaba el presupuesto de la organización, y la toma de decisiones y el control presupuestario se consolidaron cada vez más bajo el liderazgo de Fatah, Yasser Arafat, que lo utilizó como herramienta de influencia política. El FPLP abandonó el comité ejecutivo en respuesta a los primeros pasos de la OLP hacia la adopción de una solución de dos Estados, el “Programa de Diez Puntos” de 1974, pero se reincorporó siete años después. La erosión de la democracia interna en la OLP tuvo su reflejo en la Federación General Palestina de Sindicatos, en cuyo seno se puso fin a las elecciones internas a partir de 1981, y su ejecutiva fue elegida por designación del partido. Fatah determinó seis de los puestos disponibles, tres fueron para el FPLP y los otros partidos de izquierda decidieron los tres restantes.

Durante la década de 1980, los periódicos independientes, que anteriormente habían sido importantes medios de autonomía para el ala izquierda dentro de la OLP, también perdieron parte de su peso. El Boletín del FPLP en inglés dejó de publicarse en 1984. Su sucesor fue una publicación bimensual, Palestina Democrática, pero no logró sobrevivir una década. Tras trasladar su sede a Siria en 1986, el semanario del FPLP, Al-Hadaf, fue sometido a la censura del régimen de Assad.[28]

Los dirigentes de la OLP seguían operando desde el exilio y no participaban sustancialmente en actividades dentro de la Palestina ocupada. La sede del FPLP se trasladó a Damasco en 1982, y el régimen de Assad se convirtió en “su principal socio regional”.[29] Antes de mediados de la década de 1970, cuando las facciones izquierdistas de la OLP comenzaron a desempeñar un papel dentro de la Palestina ocupada, la única facción de la OLP allí era el minúsculo Partido Comunista Palestino.[30]

En 1987, el estallido de la Primera Intifada centró la atención en la Franja de Gaza y Cisjordania ocupadas.[31] Los palestinos resistieron a la ocupación israelí con movilizaciones masivas, huelgas generales y una organización de base que fascinó a ciudadanos de a pie de todo el mundo. Comités autoorganizados movilizaron protestas, huelgas y resistencia física a las fuerzas de ocupación israelíes, además de crear sistemas sanitarios y educativos clandestinos. El papel de estos comités populares fue celebrado por algunos elementos de la dirección del movimiento palestino sobre el terreno en Gaza y Cisjordania. En un comunicado emitido el 28 de mayo de 1988, la Dirección Nacional Unificada del Levantamiento instó a los palestinos a “construir el aparato de autogobierno del pueblo a través de los comités populares”.[32] Estaba surgiendo una alternativa potencial a la autoconcepción de la OLP como “única representante” del pueblo palestino, aunque la izquierda no estaba bien anclada en el levantamiento.

Obviamente, una OLP bajo el liderazgo de Fatah se resistiría a esta evolución. El peligro de ser sustituido por la dirección alternativa que surgía desde abajo en Gaza y Cisjordania empujó a Arafat a nuevas negociaciones con Israel y Estados Unidos. Este podría haber sido un momento decisivo para una alternativa revolucionaria de izquierdas. Sin embargo, aunque el FPLP había sido capaz de construir una presencia de base en la Palestina ocupada a través de la organización clandestina, su dirección burocratizada en el exilio seguía vinculada a la OLP. Por lo tanto, adoptó una postura ambigua respecto a la política de Arafat, y este posicionamiento lo distanció de su base en Gaza y Cisjordania.

Las energías revolucionarias de la Primera Intifada no sólo fueron estranguladas por los impulsos burocráticos de Fatah hacia la colaboración y el compromiso. La fragmentación histórica de la clase obrera palestina por el colonialismo israelí y el desplazamiento de millones de palestinos también desempeñó un papel fundamental en la derrota del levantamiento.[33] Las huelgas y las movilizaciones de masas desde abajo causaron grandes problemas a la clase dominante israelí, generando crisis militares y políticas. Sin embargo, por sí solas, estas luchas fueron incapaces de paralizar y fracturar el Estado israelí, que siguió funcionando gracias a la voluntad de los judíos israelíes de sustituir a la mano de obra palestina y a la continua ayuda militar y económica de Estados Unidos.

Desde mediados de la década de 1990, la formación de la Autoridad Palestina como subcontratista de la ocupación mediante los Acuerdos de Oslo condujo a la consolidación e institucionalización del proceso de normalización entre la OLP e Israel. En sus anuncios, el FPLP y el FDLP se opusieron a Oslo desde el principio, y el FPLP incluso inició y lideró una alianza del “Frente de Rechazo” contra los Acuerdos de Oslo, a la que se unió el FDLP. Sin embargo, el hecho de que las estructuras del FPLP dependieran de la OLP les dejó mal equipados -ideológica, organizativa y financieramente- para llevar a la práctica su postura de rechazo.

Hamás surgió como un nuevo competidor por el liderazgo palestino desde fuera del marco de la OLP. Entre 1988 y 1989, el FPLP siguió registrando un crecimiento masivo de miembros, pero éste se había ralentizado drásticamente en 1991. Un año después, el crecimiento se detuvo por completo. Varios miembros del FPLP se pasaron a Hamás, considerándola la nueva organización emergente.[34] La popularidad del FPLP cayó a sólo el 3% en 1995, cuando los dirigentes de la OLP, tras embarcarse en nuevas rondas de negociaciones con Israel, firmaron el Acuerdo de Taba, también conocido como “Oslo 2”.[35] En 2006, según el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas, el apoyo general de Hamás entre los votantes palestinos era del 38,6%, frente al 42,1% de Fatah.[36] En la misma encuesta, el FPLP recibía sólo el 4,4%, mientras que el FDLP tenía el 1,2%. La encuesta más reciente del Centro Palestino para la Investigación de Políticas y Encuestas, realizada en diciembre de 2023, reveló que Hamás contaba con un 43% de apoyo, Fatah con un 17% y el FPLP con sólo un 1%.[37]

Ninguna de las facciones de izquierdas de la OLP era vista como una alternativa coherente e independiente a Al Fatah por un amplio sector de las masas palestinas, y en su lugar los partidos islamistas llenaron el vacío. La izquierda palestina posterior a Oslo no ha logrado recuperarse de su caída en las últimas décadas. No obstante, las cuestiones estratégicas y políticas planteadas por su ascenso y declive siguen desempeñando un papel en la política contemporánea de Palestina. En la actualidad, las principales fuerzas de resistencia nacional se identifican en gran medida con el islam político, pero el movimiento de liberación palestino sigue enfrentándose a retos similares a los que se encontraron las facciones nacionalistas laicas e izquierdistas de la OLP entre los años sesenta y principios de los noventa, incluidas las cuestiones de la dependencia de la resistencia de una lógica militar y su dependencia de patrocinadores estatales regionales.

Irán se ha convertido en las últimas décadas en el principal Estado patrocinador de los combatientes de la resistencia palestina. Como se ha señalado anteriormente, el FPLP y el FDLP de Gaza son miembros de la Sala Conjunta de Facciones de la Resistencia Palestina, que forma parte del Eje de la Resistencia dirigido por Irán, una coalición política y militar informal formada por Irán con sus aliados y apoderados en Oriente Próximo. Antes de su asesinato a manos de la Autoridad Palestina, el popular intelectual de izquierdas Nizar Banat formuló una pregunta retórica en uno de sus vídeos: “¿De dónde habéis sacado los cohetes que protegen Gaza?”[38] Su argumento, dirigido a las facciones no islamistas, era que los palestinos deberían estar agradecidos de que Irán proporcione armas a cualquiera de las fuerzas de la resistencia.

Sin embargo, como siempre, el apoyo de Irán a la resistencia está sujeto a condiciones. Cuando Hamás se negó a prestar apoyo incondicional a la dictadura de Assad, alineada con Irán, durante la revolución siria, Irán redujo su patrocinio financiero de 150 millones de dólares a menos de 75 millones. Cuando la Yihad Islámica palestina se negó a expresar su solidaridad con el movimiento Houthi en Yemen, respaldado por Irán, sus fondos se redujeron en consecuencia y se redirigieron al ahora desaparecido Movimiento Sabireen, una organización chií de Gaza. Al final, la Yihad Islámica se plegó.[39]

En los últimos años, la dirección de Hamás, que vive en el exilio en Qatar, también ha dado muestras de querer seguir la ruta ya trazada por Al Fatah y la dirección histórica de la OLP: acomodarse a las potencias occidentales y al sistema estatal internacional. De manera crucial, en 2017, esto supuso la modificación de la Carta de Hamás -el documento fundacional del grupo- para eliminar la redacción que descartaría una solución de dos Estados. La Carta revisada de 2017 también aceptaba la existencia de un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967 de los Territorios Palestinos Ocupados.[40] Además, los responsables de Hamás reiteraron su compromiso con un compromiso “temporal” de dos Estados en abril de 2024.[41]

Hamás sigue siendo una organización desgarrada por una serie de contradicciones políticas y de clase internas. Aun así, su base partidaria y su ala militar en Gaza están comprometidas con la resistencia continuada. La capacidad de resistencia tanto de su base de apoyo político como de su organización militar -a pesar de la enorme escala del ataque asesino israelí- ha sorprendido tanto a los enemigos de Hamás como a sus partidarios.

Ecos en la diáspora

Los viejos argumentos sobre las estrategias de liberación han reaparecido a medida que el movimiento internacional de solidaridad con Palestina se ha ampliado hasta alcanzar dimensiones antes inimaginables tras la ofensiva de Hamás del 7 de octubre y la invasión genocida de Gaza por parte de los israelíes.

Debido a la repetida limpieza étnica de Palestina desde 1948, las comunidades de la diáspora palestina están formadas por millones de personas en todo el mundo. Las comunidades difieren en cuanto a su composición social, sus lugares de origen y los países de los que han huido. En consecuencia, todas ellas tienen diferentes experiencias concretas con los retos históricos y contemporáneos a los que se enfrentan los palestinos en Gaza, Cisjordania, la “Palestina de 1948” (es decir, la zona reclamada oficialmente por Israel desde la Nakba), Jordania, Líbano, Siria, los Estados del Golfo y otras regiones de Oriente Medio. Las controversias y conflictos relativos a las posturas sobre Hamás y la OLP, las revoluciones árabes y las contrarrevoluciones posteriores, y las estrategias para la liberación nacional palestina estallan con frecuencia dentro de las comunidades de la diáspora y el movimiento de solidaridad.

No es de extrañar. Las comunidades en el exilio albergan reliquias, pero también están marcadas por contrastes internos. Las viejas estructuras de la OLP han sobrevivido en Occidente, y las comunidades de la diáspora suelen estar dirigidas por los miembros exiliados de la clase capitalista o por antiguos cuadros del partido. Algunas fomentan las relaciones diplomáticas y financieras con los Estados árabes afiliados a sus respectivos partidos políticos. En cierto modo, las estructuras políticas de la diáspora se asemejan a modelos en miniatura de la OLP. Dado que las formaciones políticas en el exilio han estado activas durante décadas, muchas han conservado rasgos que desempeñaron un papel más importante antes de la aparición de Hamás y el establecimiento de la Autoridad Palestina. Algunas siguen considerando a la OLP como “la única representante del pueblo palestino” -como la denominan tanto las Naciones Unidas como la Liga Árabe- y, por tanto, se ven a sí mismas como las únicas representantes de sus respectivas comunidades palestinas en la diáspora. Sin embargo, muchas de estas estructuras políticas en el exilio se enfrentan a problemas para reproducir sus organizaciones, a veces incluso perdiendo a sus propios descendientes, que son incapaces de identificarse con estos grupos heredados más allá de un nivel abstracto.

Nuevas y prometedoras formaciones de la diáspora palestina han ido en aumento en los últimos años, especialmente durante el movimiento Black Lives Matter en 2020 y tras el estallido de solidaridad cuando los palestinos se resistieron al desalojo y la limpieza étnica en la zona de Sheikh Jarrah de Jerusalén. Ejemplos de ello son el Movimiento Juvenil Palestino en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña y Palästina Spricht (Palestina Habla) en Alemania. Por lo general, estas estructuras políticas han sido iniciadas por la segunda y tercera generación de palestinos en la diáspora. Las posiciones políticas adoptadas por los activistas de estos grupos, basadas en una noción indefinida de la identidad palestina, son necesariamente diversas. Por ejemplo, el Movimiento de la Juventud Palestina afirma: “Independientemente de nuestros diferentes orígenes políticos, culturales y sociales, nos esforzamos por revivir una tradición de compromiso pluralista con nuestra causa”.[42] En su presentación pública se hace hincapié en la independencia de la organización y en su no afiliación a ningún partido palestino, así como en sus esfuerzos por reconstruir un movimiento para la liberación palestina a través de la participación en luchas junto a otros grupos oprimidos. Su sitio web, por ejemplo, documenta sus movilizaciones en solidaridad con quienes protestan contra el oleoducto Dakota Access Pipeline y sus intentos de establecer conexiones entre la lucha palestina y las experiencias de genocidio y opresión de los pueblos indígenas norteamericanos.

Como en otros grupos de jóvenes activistas, el porcentaje de estudiantes suele ser elevado. Muchos de estos activistas palestinos se han socializado como ciudadanos emigrantes en países occidentales antes de organizarse políticamente como palestinos. Otros activos en estos grupos emigraron a Occidente hace poco, huyendo, por ejemplo, de la guerra civil siria y de la destrucción del campo de refugiados palestino de Yarmouk. La cuestión de la afiliación estatal a la resistencia palestina tiene una dimensión concreta para aquellos activistas que presenciaron cómo el FPLP-CG [escisión del FPLP vinculada al gobierno sirio] reprimía el campo para defender al régimen de Assad.

Naturalmente, en estas formaciones también surgen desafíos sobre otras cuestiones, como las visiones contrapuestas de una Palestina libre y las presiones hacia formas de separatismo basadas en una noción poco clara de la identidad palestina. Además, los activistas palestinos con más visión de futuro ya son conscientes de que incluso si consiguieran organizar de algún modo a la totalidad de su comunidad en un país imperialista determinado, no bastaría para debilitar sustancialmente el apoyo de ese Estado a Israel. En estos contextos, suelen surgir debates sobre las tácticas de frente unido. Como es comprensible, dadas las traiciones históricas explicadas anteriormente, existe un temor generalizado entre los activistas palestinos a lo que se denomina “normalización”: el establecimiento de relaciones con los sionistas y la ocupación. Cuando se intenta ampliar el movimiento de solidaridad, surgen debates sobre cómo diferenciar entre las tácticas de frente unido destinadas a llegar a la base de las organizaciones de la clase trabajadora y las actividades que normalizan la traición a la causa palestina.

Uno de los debates más urgentes a los que se enfrentan los socialistas durante las actuales movilizaciones masivas contra el genocidio israelí en Gaza es cómo relacionarse con otros movimientos y luchas, especialmente con el movimiento obrero. En los últimos meses se han producido inspiradoras acciones obreras para detener el envío de armas a Israel. Las manifestaciones del Primero de Mayo en todo el mundo han hecho de la solidaridad con Palestina uno de sus gritos de guerra. En algunos lugares, los manifestantes pro-palestinos se han unido a las protestas de los trabajadores; en otros lugares, los trabajadores y sindicalistas han planteado ellos mismos reivindicaciones pro-palestinas. En varias partes del mundo, trabajadores y activistas se han resistido a la prohibición de banderas palestinas por parte de su propia burocracia sindical. La nueva y joven generación de activistas palestinos participa cada vez más en estos conflictos y experiencias políticas.

Construir un movimiento de solidaridad arraigado en la clase trabajadora es especialmente importante debido al aumento de la represión estatal y de las medidas policiales contra el movimiento mundial de solidaridad con Palestina, como demuestran las acampadas estudiantiles en Estados Unidos, Francia, Alemania y Países Bajos. En medio de los brutales ataques estatales, hay intensos debates sobre qué tácticas son adecuadas para contrarrestar esta represión. Los métodos autonomistas de militancia y acción clandestina atraen a muchos en estas condiciones, especialmente a quienes se inspiran en la resistencia guerrillera armada de los palestinos. Además, los activistas se ven obligados a posicionarse en cuestiones de lucha militar por la demonización gubernamental y mediática de todas las formas de resistencia palestina. El intercambio de misiles y aviones no tripulados entre Israel e Irán, así como el bloqueo de la navegación internacional en el Mar Rojo por parte de los Houthis, ha desencadenado una nueva ronda de debates sobre el llamado Eje de la Resistencia.

Analizar los acontecimientos históricos y recientes para adoptar una postura informada sobre las estrategias hacia la liberación de Palestina es una necesidad para los palestinos y para el movimiento de solidaridad en el extranjero. Comprender los debates sobre la relación entre las acciones armadas y la movilización de masas en el pasado puede ayudar a clarificar las estrategias para el futuro. Como se ha señalado anteriormente, la experiencia de las formaciones históricas de la izquierda palestina demuestra que las acciones secretas de unos pocos expertos no pueden sustituir al poder colectivo de la actividad y la solidaridad de masas.

Los argumentos en torno a las tácticas de guerrilla no se limitan ni mucho menos a las escenas activistas. El ecologista marxista y escritor sueco Andreas Malm es conocido por abogar por estrategias de acción directa para el movimiento climático.[43] En consecuencia, en un reciente análisis de la arremetida genocida israelí en Gaza, sugirió que las operaciones de guerrilla dirigidas por Hamás el 7 de octubre eran el mayor logro del movimiento palestino hasta la fecha, eclipsando la Primera Intifada.[44] Bashir Abu-Manneh, profesor de literatura palestina e israelí, replicó a Malm a través de un artículo en Jacobin, donde le acusa correctamente de “ignorar que la Primera Intifada fue el mayor movimiento de masas anticolonial autoorganizado de la historia palestina y que obligó a Israel a hacer concesiones políticas sin precedentes”.[45] La propaganda desarmada de la gesta de Malm está relacionada con la propaganda armada de la gesta por parte de las guerrillas porque ambas surgen de profundas dudas sobre el potencial y el poder de la clase obrera organizada.

Sin embargo, Bashir Abu-Manneh plantea poco más como alternativa; desmoralizado por la carnicería genocida en Gaza, sugiere que el movimiento de solidaridad con Palestina debería tratar la lucha como una cuestión de derecho internacional que no distingue entre opresor y oprimido, colonizador y colonizado. En su opinión, la resistencia armada de Hamás no ha traído más que destrucción y derrota. Desde un punto de vista internacionalista, este argumento fracasa. La situación en Gaza es devastadora, pero las prácticas genocidas de Israel son anteriores a octubre de 2023. En 2018, las Naciones Unidas ya habían declarado que la Franja de Gaza era “inhabitable” debido al asedio israelí.[46] Israel no se limita a tomar represalias por el ataque del 7 de octubre, sino que lo utiliza como justificación de su deseo de borrar Gaza. De hecho, este deseo tiene un pedigrí muy largo en la política israelí; en 1992, el primer ministro Yitzhak Rabin dijo: “Ojalá pudiera despertarme un día y descubrir que Gaza se ha hundido en el mar”.[47] Además, la intensidad del ataque contra civiles palestinos por parte de las fuerzas israelíes está lejos de ser absolutamente única; entre junio y agosto de 1982, más de 17.000 personas fueron asesinadas en Líbano por Israel, supuestamente como “represalia” por el intento de asesinato del embajador israelí en Londres.[48]

El autor palestino Toufic Haddad explica que, antes del 7 de octubre, el movimiento nacional palestino “se encontraba en la poco envidiable posición de ver su causa mermada poco a poco por las divisiones internas y la camisa de fuerza de los Acuerdos de Oslo”, que se vio agravada por “los acuerdos de normalización árabes con Israel y el hecho de que nadie estaba realmente pidiendo cuentas a Israel”.[49] Ahora, sin embargo, el ataque israelí tras el 7 de octubre ha desencadenado un movimiento de solidaridad mundial sin precedentes, con manifestantes en Jordania, Egipto y Marruecos que han entrado en conflicto con sus regímenes. Más allá de Oriente Próximo y el Norte de África, también se han producido grandes movilizaciones en apoyo de los palestinos en los centros de la alianza imperialista occidental, incluidos Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania.

Durante la Segunda Intifada, que estalló en septiembre de 2000, se produjo una dinámica similar. En lugar de la organización popular de masas de la Primera Intifada, la Segunda Intifada estuvo asociada a operaciones militares elitistas. No obstante, desencadenó acciones de solidaridad estudiantil en Egipto, que más tarde se consideraron los primeros indicios de organización popular que condujeron a la revolución egipcia de 2011, que hizo tambalearse uno de los pilares más sólidos de apoyo al Estado israelí y al imperialismo entre los regímenes árabes.[50]

Un factor crucial en la situación actual es la resistencia militar palestina. Así lo reconocen ahora tanto los analistas militares israelíes como un sector cada vez mayor de la población israelí. A pesar de sus abrumadoras ventajas en potencia de fuego y tecnología militar, así como del apoyo entusiasta de los Estados más poderosos del planeta, el ejército israelí no ha conseguido “aniquilar” a Hamás. Tampoco ha derrotado al movimiento palestino. Al contrario, Hamás ha restablecido el control político en zonas de Gaza supuestamente conquistadas por las fuerzas israelíes hace meses, lo que ha llevado a los funcionarios israelíes a prever una “batalla prolongada” y a predecir que sus fuerzas no lograrán alcanzar sus objetivos militares hasta 2026 o 2027.[51]

Incluso cuando se argumenta en contra de una estrategia basada únicamente en la acción militar, no podemos negar el hecho de que la resistencia armada ha enviado ondas de choque a través de los Estados del centro del imperialismo occidental. Sin embargo, la experiencia del pasado demuestra que la lucha armada no puede sustituir al internacionalismo de la clase obrera y al poder que los trabajadores tienen en sus manos contra el sistema global del capitalismo y el imperialismo. Incluso si ese poder está actualmente reprimido en Oriente Medio, es sin duda en la región en torno a Palestina donde las movilizaciones obreras tienen más posibilidades de inclinar la balanza a favor de la revolución contra el Estado israelí, creando posibilidades para el desmantelamiento permanente de la maquinaria de guerra sionista. Como otros escritores de esta revista han argumentado durante muchos años, la clase obrera egipcia en particular tiene el potencial de profundizar masivamente las crisis causadas por la lucha palestina tanto para el Estado israelí como para EEUU y sus aliados occidentales. Los trabajadores egipcios tienen el poder de amenazar la estabilidad del régimen militar de Egipto, que es un canal clave para la influencia imperialista en la región.[52] En el momento de escribir estas líneas, la dictadura del mariscal de campo Abdel Fattah el-Sisi seguía imponiendo la tranquilidad en las calles y en los lugares de trabajo de Egipto, utilizando las herramientas de la represión brutal. No obstante, sigue atormentado por la experiencia de la Revolución Egipcia de 2011, que tuvo un vínculo importante y orgánico con la lucha palestina y la solidaridad de la masa del pueblo egipcio con la Palestina ocupada.

La izquierda palestina nunca ha intentado seriamente una estrategia coherente de organización para desarrollar la autoorganización y el poder de la clase obrera, ya sea dentro de la Palestina histórica, en la región en general o en toda la diáspora palestina. Las formaciones de izquierda históricas no lograron romper con la idea de que las acciones heroicas de la minoría armada, en lugar de la autoactividad de millones de personas, abrirían el camino hacia la liberación nacional del pueblo palestino del colonialismo de los colonos.

Como he intentado demostrar a través de este análisis histórico del ascenso y la derrota de la izquierda palestina, la crisis a la que se enfrentó durante la Primera Intifada fue una crisis de liderazgo. La dirección de las organizaciones de izquierda palestinas dependía de operaciones armadas elitistas y del apoyo de los Estados árabes. Durante la Intifada, no hubo ningún partido revolucionario anclado en la clase obrera que pudiera haber ofrecido una alternativa clarividente a la capitulación de la OLP.

El apoyo incondicional a toda la resistencia palestina debe ir acompañado de un compromiso serio con los debates sobre cómo puede ser más eficaz la resistencia y cómo puede lograr en última instancia la liberación. Necesitamos debatir los errores cometidos en el pasado y dialogar sobre qué estrategias pueden tener éxito. La necesidad de una construcción estratégica de partidos revolucionarios -en la Palestina ocupada y fuera de ella- capaces de afrontar el reto de derrocar el colonialismo sionista aumenta cada día que pasa y que continúa el genocidio contra el pueblo palestino.

Referencias

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[1] Publicado originalmente como ‘Strategies for liberation: old and new arguments in the Palestinian left’ en International Socialism, 2024.

[2] Gracias a Anne Alexander por la redacción de este artículo y por facilitarnos algunas referencias importantes.

[3] “Hamás” es la palabra árabe que significa celo, pero también es un acrónimo del nombre formal del grupo, Movimiento de Resistencia Islámica (Harakat al-Muqawama al-Islamiya).

[4] El brazo armado de Hamás lleva el nombre de Izz ad-Din al-Qassam, predicador sirio y uno de los primeros militantes contrarios al sionismo. En 1930 formó la Mano Negra, una guerrilla antibritánica y antisionista. Al-Qassam fue asesinado por las autoridades coloniales británicas en 1935. Su campaña armada fue precursora del levantamiento masivo palestino contra el dominio británico y la colonización sionista entre 1936 y 1939.

[5] Chaliand, 1971, p83.

[6] Como dijo Tony Cliff en un artículo escrito a raíz de la guerra de 1967, “Sólo las personas que apoyan de todo corazón a un pueblo colonial en rebelión contra el imperialismo están justificadas para ser severas críticas de las políticas y tácticas de sus líderes” -Cliff, 1967.

[7] Véase Marshall, 1989, pp106-113.

[8] Véase https://player.vimeo.com/video/25917251?h=d811a692fa. Véase también Marshall, 1989, pp112-113; Sayigh, 1991, p609.

[9] Los fedayines (que significa “los que se sacrifican”) fueron los primeros guerrilleros palestinos.

[10] Fatah significa conquista, pero también es un acrónimo inverso del nombre formal de la organización, Movimiento Palestino de Liberación Nacional (Harakat al-Tahrir al-Watani al-Filastini).

[11] Watan es la palabra árabe para nación o patria, y wataniyya (que se traduce como nacionalismo o patriotismo) se ha llegado a asociar con marcas de nacionalismo basadas en los Estados-nación existentes en Oriente Medio y el Norte de África. Esto se contrapone al nacionalismo panárabe qawmiyya. En algunos casos, los movimientos nacionalistas watani han rechazado explícitamente la qawmiyya porque propone la unidad basada en la identidad árabe, y algunos nacionalistas watani argumentan que esto excluye a los grupos no árabes de su proyecto de liberación. Esta crítica al nacionalismo qawmi influyó en Irak, donde el movimiento kurdo también participó en las luchas por la liberación.

[12] Buck, 2013, p4.

[13] Omar, 2002.

[14] Véase el artículo de Maher Charif, “The Democratic Front for the Liberation of Palestine: 1969 to Present“, en Interactive Encyclopaedia of the Palestine Question www.palquest.org/en/highlight/23611/democratic-front-liberation-palestine-%E2%80%93-dflp

[15] Esta entrevista apareció en una serie documental de Al Jazeera en árabe, titulada The Tale of a Revolution, que se emitió en 2008. El episodio, titulado “En la tierra de los cedros”, está disponible en línea en http://www.dailymotion.com/video/xq98wp. El FPLP-CG se creó a partir de una escisión del FPLP en 1968. Tiene su base principal en Siria.

[16] Salibi, 1988, p233.

[17] Harman, 2006.

[18] Harman, 1970.

[19] Bergman, 2016.

[20] Khaled, 1973, p64.

[21] Frente Popular para la Liberación de Palestina, 1969, p31; Khaled 1973, p27. El Frente de Liberación Nacional vietnamita había lanzado la decisiva Ofensiva del Tet en 1968.

[22] Véase https://youtu.be/oHgZdCJOUAk?si=EWAyc_GaaiJrcGfN

[23] Véase Cliff, 2000; Greenstein, 2011. Nicola era un activista trotskista palestino de Haifa. Originalmente fue uno de los principales miembros del Partido Comunista Palestino, pero más tarde lo abandonó cuando el grupo se dividió en alas judía y palestina en 1939. En la década de 1940 se unió a Ygael Gluckstein (más tarde conocido como Tony Cliff) en una pequeña organización trotskista. Tras la marcha de Gluckstein a Londres (donde fundó el Socialist Review Group, predecesor del Partido Socialista de los Trabajadores) y a raíz de la Nakba, Nicola emergió como uno de los principales intelectuales socialistas palestinos. Desempeñó un papel importante en el desarrollo político de Matzpen (“Brújula”), una organización socialista israelí, a la que se unió en 1963. Tras la Guerra de los Seis Días fue sometido a arresto domiciliario y en 1970 se trasladó a Londres.

[24] Nicola, 1972.

[25] Frente Popular para la Liberación de Palestina, 1967, p17.

[26] Durante la década de 1970, la OLP pudo desarrollar una infraestructura relativamente grande que sirvió tanto para proporcionar servicios esenciales a los palestinos de los campos de refugiados como para sostener su proyecto político. Los Estados árabes aportaron fondos a la OLP, lo que permitió el desarrollo de un “Estado sin territorio”. Véase Marshall, 1989, p130.

[27] Leopardi 2017, pp192-193.

[28] Eleftheriadou, 2021.

[29] Leopardi, 2017, p50.

[30] Hiltermann 1993, pp46-52.

[31] Intifada es la palabra árabe que significa “levantamiento”. La Primera Intifada estalló en diciembre de 1987 en Gaza tras un terrible incidente en el que un camión cisterna israelí chocó con los coches que transportaban a trabajadores palestinos y mató a cuatro pasajeros en el campo de refugiados de Yabalia. Los funerales de los muertos se convirtieron en manifestaciones masivas contra la ocupación israelí, desencadenando enormes movilizaciones y enfrentamientos en toda Gaza y Cisjordania. Véase Marshall, 1989, p11.

[32] Mishal y Aharoni, 1994, p98.

[33] Marshall, 1989, p154-155.

[34] Véase https://player.vimeo.com/video/25917251?h=d811a692fa

[35] Centro Palestino de Investigación sobre Políticas y Encuestas, 1995.

[36] Centro Palestino de Investigación sobre Políticas y Encuestas, 2006.

[37] Centro Palestino de Investigación sobre Políticas y Encuestas, 2023.

[38] Vídeo disponible en https://youtu.be/eHqSH7Gwc7g?si=fuwV_FbOP02iL3Dk

[39] Skare, 2023.

[40] Al Jazeera, 2017.

[41] Associated Press, 2024.

[42] Véase https://palestinianyouthmovement.com/about

[43] Malm, 2021.

[44] Malm, 2024.

[45] Abu-Manneh, 2024.

[46] Naciones Unidas, 2018.

[47] Munayyer, 2023.

[48] Ross, 1982.

[49] Haddad, 2024.

[50] La Segunda Intifada terminó en 2005 y tuvo como resultado el desmantelamiento de los asentamientos israelíes en Gaza y la retirada del ejército israelí del territorio. Gran parte de la Intifada consistió en campañas de tiroteos y bombardeos organizadas por los grupos militantes.

[51] Zitun, 2024.

[52] Alexander, 2024.

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