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Lobos solitarios de extrema derecha. Psicosis autoinducida y clandestinidad.

Los lobos solitarios han sido noticia durante estos últimos años debido a ataques terroristas de carácter islamista. Jóvenes que en su casa y con un ordenador podían ser reclutados para la guerra santa, con sus catastróficas consecuencias. Pero estos casos no son los únicos, y en la extrema derecha ha habido numerosos casos de jóvenes que han cometido atrocidades siguiendo idearios de superioridad racial y anticomunismo. 

El presente artículo pretende explorar los ataques terroristas de la Ciudad de Oklahoma en 1995 y de Oslo/Utoya en 2011, ambos cometidos casi en solitario por Timothy McVeigh y Anders Behring Breivik, respectivamente. Ambos atentados son espeluznantes a tenor de las muertes que causaron y por la limpieza en la forma de ser ejecutados, teniendo una preparación minuciosa detrás. Son casos paradigmáticos de que la radicalización ideológica hacia el terrorismo de extrema derecha se puede dar en sociedades muy distintas, como la estadounidense y la noruega. Este artículo busca también explorar las vías de radicalización que tienen jóvenes de extrema derecha por todo el mundo. Estos elementos van desde libros “prohibidos” a páginas webs y foros donde socializar.

Timothy McVeigh, terrorismo antigubernamental en Estados Unidos.

Timothy McVeigh provenía de un matrimonio separado, tuvo problemas en la escuela debido a su complexión delgada. Fue introducido desde muy pequeño en el mundo de las armas por su abuelo, al que le apasionaron hasta su muerte. Tras el instituto estuvo concatenando trabajos precarios hasta acabar en el servicio militar, en el cual destacó de forma notable, llegando a obtener ascensos hasta llegar al puesto de sargento. Fue alistado en el ejército yendo a combatir a la Guerra del Golfo, donde se jactaba orgulloso de haber decapitado a un iraquí con un disparo preciso de un cañón de 25mm. Tras su paso por esta guerra fue condecorado con numerosos galones y decidió sin éxito intentar seguir ascendiendo en el Ejército. En el ejército tuvo varios enfrentamientos con sus superiores por llevar una camiseta en la que ponía “White Power”, la cual había recibido por una donación de 20 dolares al Ku Klux Klan. Su paranoia con las armas hizo que tuviera armas guardadas en cada habitación de su casa, de hecho hasta a sus propios amigos estaban sorprendidos por su interés en tener armas siempre consigo. De ahí comenzó a acudir cada vez a más congresos y ferias sobre armas.

Su vida tras el ejército comenzó a ser miserable, sus logros como militar no se traducen en contratos en el sector laboral, la frustración y depresión se va apoderando de él a la vez que va siendo expulsado de diversos trabajos precarios. Culpa de su situación laboral a la discriminación positiva, y sus pensamientos racistas y antigubernamentales van tomando cada vez más peso en su pensamiento. Todo esto le lleva a leer libros antigubernamentales y teorías de la conspiración, llevándole a pensar que el gobierno federal estadounidense busca desarmar a la población, eliminando el derecho de portar armas detallado en la segunda enmienda.

Preocupaciones de McVeigh

Timothy Mcveigh se había radicalizado comprando revistas y libros por correo. El libro que más mencionó en sus entrevistas fue Los cuadernos de Turner en el cual se narra un atentado muy similar al que realizó el joven. Este libro de ficción describe con crudeza como Earl Turner (un personaje ficticio) junto a otros compañeros desatan una revuelta violenta en Estados Unidos, derrocando al gobierno federal, posteriormente llevando a cabo ataques nucleares y una guerra racial en la cual se extermina sistemáticamente a judíos, no blancos y liberales. El libro fue encontrado en la casa de Timothy, y ha sido hallado en casas de autores de atentados similares a este.

Las principales preocupaciones que tenía McVeigh eran:

  1. Lo excesivamente altos que consideraba los impuestos en EEUU. El joven creía que los impuestos siempre subirían y esto era debido a una mala gestión del gobierno. McVeigh ideológicamente en este punto coincidía con las corrientes estadounidenses de extrema derecha, defensoras de impuestos bajos y del liberalismo económico. Así se expresaba en una carta mandada a un periódico local:

“Los impuestos son una broma. Independientemente de lo que un candidato político “prometa”, aumentarán. Más impuestos son siempre la respuesta a la mala gestión del gobierno. Se equivocan. Nosotros sufrimos. Los impuestos están alcanzando niveles cataclísmicos, sin desaceleración a la vista. El “sueño americano” de la clase media casi ha desaparecido, sustituido por personas que luchan solo para comprar los comestibles de la próxima semana”

  • Las leyes sobre posesión de armas. Este era uno de los temas que más preocupaba a McVeigh y en el que más radical eran sus planteamientos. De hecho, era miembro activo de la Asociacion Nacional del Rifle y canceló su suscripción anual catalogándola como una organización moderada en la defensa del derecho a portar armas. En 1994, un año antes del atentado, Bill Clinton firmó la Ley Federal de Prohibición de Armas de Asalto en la cual se restringían levemente la posesión de armas a artículos como las granadas, esto para el joven de extrema derecha era una violación a sus derechos y fue uno de los detonantes para comenzar a contactar con Terry Nichols, su cómplice en el atentado, para empezar a crear algunos artefactos explosivos.
  • Conflicto racial. McVeigh creía que en Estados Unidos estallaría tarde o temprano un conflicto racial entre negros y blancos, sus lecturas de Los diarios de Turner, los cuales citaba en numerosas ocasiones, habían modificado su forma de ver esta cuestión. Estaba seguro de que un atentado antigubernamental desataría el rechazo contra el gobierno federal y las personas de color. Aún así, este tema no era tan importante como su odio al gobierno federal, los derechos de portar armas y los asedios a Waco y Ruby Ridge.

El asedio de Waco y Ruby Ridge.

Un hecho común entre personas radicalizadas es la suma de una amalgama ideológica radical y un hecho clave que hace que esa radicalidad pase de un plano teórico a lo práctico, llegando hasta las últimas consecuencias. En el caso de McVeigh estos hechos fueron los asedios a Waco y Ruby Ridge, los cuales serán explicados de forma escueta en las próximas líneas, a fin de que se comprenda su importancia pero no nos desvíe en exceso del tema principal del artículo.

En Ruby Ridge, localizado en Idaho, el Servicio de Alguaciles trataron de arrestar a Randy Waver, boina verde del ejército de EEUU. Se había mudado junto a su familia a esa zona para alejarse de todo y poder educar a sus hijos en casa conforme a sus creencias. El arresto estaba enmarcado en la orden de arresto de Randy Weaver después de que se ausentara en las oficinas por el delito de tenencia de armas.

Toda la familia de Weaver opuso resistencia a la detención de su padre y hubo un enfrentamiento armado entre la policía y la familia que desembocó en un asedio a la zona. Esto se tradujo en varios muertos en ambos bandos, muriendo uno de los hijos de Weaver con tan solo 14 años y la esposa de Weaver por un disparo de francotirador. Finalmente la familia acabó rindiéndose y fueron detenidos, debido a la superioridad militar de las fuerzas estatales.

El caso del asedio de Waco fue una operación de mayor envergadura, ya que enfrentó a los Davidianos, una secta religiosa con un número de miembros superior al de una familia. La razón del asedio era similar a la del caso anterior, una redada de la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego y Explosivos por delitos de tenencia ilícita de armas sumados a sospechas de abusos sexuales. El asedio duró aproximadamente dos meses, con una primera incursión en febrero y una última el 19 de abril. El resultado fue un asedio militarizado con uso de fusiles de gran calibre y mucho gas lacrimógeno para que saliesen en masa, aún así los integrantes siguieron enfrentándose a la policía y casi todos murieron o por incendios que se originaron en la estructura donde se resguardaban o por disparos del FBI. De los 85 davidianos que vivían en ese edificio murieron 76.

Estos hechos marcaron ideológicamente a Timothy McVeigh, de hecho, el atentado de McVeigh se realizó exactamente dos años después (19 de abril de 1995) del asedio de Waco, para reivindicar su odio a lo que allí se había cometido por parte del gobierno. Para él, estos hechos eran la prueba fehaciente de que el gobierno estadounidense estaba virando hacia el autoritarismo y que ya no respetaba la segunda enmienda. A partir de aquí McVeigh comenzaría sus planes de atentar contra el gobierno federal para vengarse.

La bomba en Oklahoma.

Junto con Terry Nichols, McVeigh se dedicó durante dos años a comprar materiales para la creación de bombas y a experimentar con ellos para que su ataque no fracasara. Ambos pusieron un explosivo de 2.300 kg de nitrato de amonio y nitrometano en la parte trasera de un camión. Ese camión fue colocado a pocos metros del Edificio Federal Alfred P Murrah a pocos minutos de haber abierto sus oficinas. La explosión destruyó la mitad del edificio y mató a 168 personas entre las que se encontraban 19 niños en una guardería, además de esto hirió a 700 personas más aproximadamente. Este atentado ha sido el segundo más mortífero en Estados Unidos, por detrás del atentado islamista de las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001.

Timothy McVeigh fue sentenciado a pena capital y murió el 11 de julio de 2001. Antes de morir dio una serie de entrevistas para explicar las razones de los atentados. Pero sus pronósticos no se cumplieron, no provocó ninguna oleada de atentados ni revueltas antigubernamentales posteriores, tampoco fue visto como un mártir de la patria como él deseaba, sino como un asesino en masa sin ningún tipo de escrúpulos.

Anders Behring Breivik, extrema derecha en Noruega.

El caso de Breivik tiene algunas similitudes con el anterior. Era un joven relativamente solitario y con una familia también desestructurada, pero pocas similitudes más podemos encontrar al margen de esas características y la asunción de los métodos violentos como la mejor forma de obtener los objetivos políticos. Ni la ideología de ambos terroristas ni su vida tras la juventud eran similares, y tampoco el contexto sociopolítico en el que vivían era el mismo.

Noruega es un país políticamente más abierto, hay mayor pluralidad de partidos y alternancia en los diversos niveles de administración. La sociedad es mucho más estable económicamente, hay una fuerte cobertura social mediante el Estado de Bienestar. Además, la situación económica de Breivik era relativamente cómoda, llegando a tener varias empresas a su nombre.

A Breivik lo podríamos catalogar como un conservador radical, que en la cárcel ha ido virando ideológicamente hacia posturas aun más extremistas si cabe. Un debate interesante sería si su ideología era lo suficientemente coherente y clara como para enmarcarlo en el neofascismo o neonazismo, sobre la cual estoy dispuesto a debatir en comentarios si surge la ocasión. Pero lo interesante de este caso es que su ideología es más clara que en el caso de McVeigh, y que abarcaba muchos más aspectos de la realidad, como pudimos comprobar en su manifiesto, del que hablaré mas tarde. Además, su ideología era muy homologable a personas y movimientos políticos que a pesar de no ser violentos estaban defendiendo una agenda política similar a la del noruego.

Su atentado lo conocemos todos porque a nivel técnico fue muy eficaz, fruto de su larga preparación, y por el número de muertos y posterior conmoción que dejó en su país. Desde 2002 llevaba pensando en el atentado, fue en 2011 cuando puso una bomba en Oslo y tras su detonación viajó a la isla de Utoya, donde se realizaba un campamento de la Liga Juvenil de los Trabajadores, allí estuvo disparando con un rifle a todos los jóvenes que pudo. Entre ambos atentados sumó 77 muertes y numerosos heridos. Seguía el mismo patrón mental que McVeigh, pensaba que ese atentado llevaría a más personas a hacer lo mismo en toda Europa, que despertaría una conciencia dormida en los europeos.

Su principal diferencia con el anterior terrorista fue escribir un manifiesto de 1500 páginas en el cual explica como preparó su atentado en profundidad. El manifiesto se titula 2083 una declaración europea de independencia y a pesar de su extensión muchos de sus capítulos están copiados de foros, manifiestos de otras personas y escritos ajenos. De hecho llegó a copiar de forma integra el Manifiesto Unabomber: La sociedad industrial y su futuro, pero cambiando la palabra “izquierdismo” que usaba Kaczynski por “multiculturalismo” y “marxismo cultural”, más acordes con su ideología conservadora. Su idea de ultra-nación va variando en este manifiesto entre Noruega, Europa y Occidente, en este sentido defiende vagas ideas como el arianismo, valores guerreros o el cristianismo cultural frente a la barbarie multicultural y el Islam. El manifiesto, debido a su extensión, trata numerosos temas y aborda muchos países, pero en numerosas veces desde el maniqueísmo y los tópicos.

 Se refirió a España mediante tópicos, de nuestro país decía que era una vergüenza tener una ministra de defensa embarazada, haciendo alusión a Carma Chacón, que un país no podía ser defendido de esta forma. También catalogaba a Jose Luis Rodriguez Zapatero como una “comadreja apaciguada” por vender el país al multiculturalismo. En el manifiesto catalogó a la ultraderecha española como inestable y muy fragmentada, mencionando diversos partidos afines a sus ideas entre los que se encuentran Falange Española, España 2000, Alianza Nacional, Democracia Nacional, Fuerza Nueva o Plataforma per Catalunya.

¿Qué podemos aprender de esto?

El terrorismo de lobos solitarios de extrema derecha tiene unas particularidades propias que hay que mencionar para comprender como funciona y se desarrolla. Son personas que al igual que los lobos solitarios islamistas no necesitan de entrar en organizaciones para radicalizarse, su habitación con libros y ahora el internet les ofrece todo lo que necesitan. Son jóvenes cuyo recurso violento es la resistencia sin lideres que les dirijan desde arriba, de ahí lo imprevisibles e incontrolables que son. Los ataques que en los años 1920 y 1930 eran realizados por grupos encuadrados en un partido ahora son perpetrados por una sola persona imbuido por la subcultura clandestina, cuya ideología además es marginal y sus acciones son inútiles en el plano práctico. Aún en la marginalidad de su ideología, no quita que el daño material y humano que puedan llevar a cabo no sea destacable, que en la mayoría de casos lo es.

Atrás quedaron los skins neonazis que pegaban palizas a grupos rivales y minorías, también quedó atrás (aunque no del todo) el terrorismo de organizaciones políticas totalmente asentadas que fomentan la violencia. Ahora una persona mediante su curiosidad, videos de youtube y pasando horas delante de una pantalla puede obtener a golpe de click información revisionista de todo tipo. Esa es la novedad del asunto.

Estos terroristas no matan y destruyen sin control, sino que estudian y destruyen lo que ellos mismos catalogan como “símbolos” de la corrupción moral que corroe su visión totalmente idealizada de lo que es la nación en la que viven. De ahí los atentados en la sede del gobierno noruego (gobernada por un socialdemócrata), en el campamento de las juventudes del partido y en el caso de McVeigh en un edificio federal. Estos terroristas, según Roger Griffin “no tienen ninguna necesidad de pertenecer oficialmente a un movimiento jerárquico cuya lógica ideológica para practicar la violencia emane de un líder carismático o de una subdivisión especializada de un partido, sino que su análisis subjetivo de la historia y la necesidad de ejercer la acción revolucionaria para salvar la ultra-nació mitificada ya no está sincronizado con la situación real y objetiva del mundo”.

Esa es la cuestión, que estos terroristas tan fanáticos están fuera del análisis realista de la situación concreta, y eso les lleva a realizar ya no solo unas acciones totalmente inútiles para sus fines políticos, sino que son de unas consecuencias humanas terriblemente dañinas. Es como si entraran en un estado de “psicosis autoinducida (que rara vez es una psicosis clínica) en la que su obsesión es destruir lo que para ellos son objetivos simbólicos”[1]. Sinceramente hay que agradecer que muchos terroristas de esta índole escriben manifiestos plasmando sus teorías, así podemos comprender el modo de pensar de un lobo solitario que se ha radicalizado desde la comodidad del ordenador mientras lee la Metapedia, el Daily Stormer o Stormfront.

Para finalizar, podríamos concluir con que el terrorismo es la consecuencia normal de estar expuesto durante un largo periodo de tiempo a libros, artículos y documentación abiertamente revisionista y de extrema derecha. El hermetismo y la clandestinidad de este tipo de espacios virtuales hacen que los que se radicalizan en ellos no se relacionen con otras personas que no comulgan con esas ideas. Eso finalmente acaba reforzando su ideario, que sumado a una serie de hechos, que pueden ir desde la inmigración musulmana a un mayor control de armas, consigan que estos individuos pasen de la teoría a la acción.


[1] Griffin, R. (2019) Fascismo, página 167.

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