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La Psicología Burguesa y la Ciencia Marxista del Sujeto

Pablo Sánchez-Crespo Pifarré, psicólogo

No puede haber revolución sin sujeto revolucionario. Si entendemos cada subjetividad individual como producto de su contexto histórico, se hace imprescindible para la tarea de la construcción del sujeto revolucionario, un análisis científico marxista de cómo se constituye la subjetividad y de qué manera y bajo qué condiciones se modifica. Si bien en el análisis marxista se parte del análisis de la sociedad de clases determinada por sus condiciones económicas objetivas, es evidente que las condiciones subjetivas del proletariado difieren en función de una gran cantidad de variables de carácter histórico, social y cultural. La propuesta que este texto viene a defender es el desarrollo y síntesis de una teoría del sujeto de carácter marxista, que permita el abordaje de la cuestión subjetiva, atendiendo a la variedad de manifestaciones que podemos encontrar inter-contextualmente.

No se puede decir que la subjetividad sea un campo inexplorado, tanto la psicología como el psicoanálisis han intentado e intentan ofrecer explicaciones mediante las que abordar las distintas problemáticas relacionadas que la sociedad se ha ido encontrando. No obstante, debemos preguntarnos, ¿Qué objetivo persigue la resolución de dichas problemáticas? ¿Desde qué ideología están siendo planteadas? Sabemos que la clase que ejerce el poder material dominante, es al mismo tiempo la que ejerce su poder ideológico dominante. Entonces, cabe concluir que la psicología actual, en tanto que producto ideológico hegemónico (y actualmente en franca expansión) ofrece una serie de explicaciones y resoluciones a las cuestiones subjetivas que a los marxistas no nos resultan apropiadas o útiles para nuestros objetivos.

En el abordaje que la psicología burguesa hace del sujeto (de los pensamientos, las emociones, la motivación…), encontramos que el modelo que se generaliza es el del individuo que “acepta” las relaciones sociales dadas y simplemente trata de adaptarse a ellas. Es por este motivo que la denominamos psicología burguesa, porque asumiendo esta situación está tomando partido implícitamente por las relaciones dominantes, describiéndolas como si fueran naturales, imposibles de cambiar. Consecuentemente, la psicología burguesa tiene la pretensión de resolver los problemas psíquicos exclusivamente en el terreno psíquico.

Si entendemos los problemas psíquicos en tanto que reflejo subjetivo de las relaciones en las que vive el sujeto, estos requieren un abordaje de las contradicciones y restricciones reales del medio social en que se desenvuelve el individuo.

En la psicología burguesa actual encontramos una gran abundancia de perspectivas que optan por “prescindir” del contexto social o por relegarlo a un papel secundario con efectos superficiales. Pero incluso en el mejor de los casos, en los que se habla del contexto y se reconoce su papel central como configurador de la subjetividad, no se contempla al sujeto como parte activa de la configuración del medio social. Podemos encontrar también perspectivas que desde una voluntad crítica alzan la voz y señalan el paradigma capitalista neoliberal como algo nocivo, dañino para las subjetividades y que genera contextos en los que se dificulta o imposibilita el desarrollo personal. Pero estos enfoques siguen sin permitir entender el contexto como algo modificable a través de la acción colectiva y, por tanto, se ven limitados a demandar parches o reformas que palien el mal subjetivo que genera una sociedad individualista y competitiva.

La ciencia marxista del sujeto, por contra, propone la toma del control de las condiciones de vida, a través de la asociación entre iguales, como solución a la imposibilidad impuesta de prever colectivamente el abordaje de las necesidades individuales. De este modo resulta apropiada no solamente para elaborar una crítica a la psicología hegemónico-burguesa, sino también para comprender los fenómenos de la psicología cotidiana que se tratan en sus teorías. Se convierte así en un instrumento de la lucha ideológica. Es más, le permite a los marxistas conducir la lucha ideológica ofensivamente en todos los ámbitos en los que se introduce la ideología burguesa en su abordaje de la subjetividad, ya sea el ámbito laboral, el clínico, el educativo…

Frente a las diferentes explicaciones que la psicología burguesa ofrece, la ciencia marxista del sujeto no necesita limitarse a reclamar la necesidad de un análisis de la sociedad que haga referencia a sus clases, sino que además puede mostrar la resignación y la renuncia a la realización subjetiva de la propia existencia que implica la visión de uno mismo como mera víctima de represiones o conflictos. Ya que entendiendo la subjetividad de este modo, se le da la espalda a la tarea común de lograr condiciones de vida humanamente dignas.

Introducción a la ciencia marxista del sujeto

Uno de los aspectos centrales del marxismo es la concepción del ser humano como productor de sus condiciones de vida, no está únicamente sujeto a esas condiciones (como sí lo están el resto de animales) sino que al mismo tiempo contribuye a producirlas. Por tanto, la tarea de la ciencia marxista del sujeto es el análisis de las mediaciones que se dan entre las necesidades del sistema social en su conjunto y las necesidades subjetivas del individuo.

El psiquismo constituye la cara subjetiva del tipo y el grado de control del individuo sobre sus propias condiciones objetivas de vida. Así pues, la mejora de la calidad subjetiva de vida necesariamente va vinculada a la ampliación de su control sobre las condiciones objetivas de vida, ampliación que solo es posible a través de la asociación y la alianza con otros individuos.

La superación del sufrimiento (que puede ser entendido como la falta de control sobre las condiciones de vida) se logra entonces a través de la toma de control sobre las condiciones de las que dependen las posibilidades de vida y de desarrollo.

El individuo solo puede co-determinar sus condiciones de vida mediante la unión con otros individuos, en tanto que aspecto parcial de un sujeto social. Una de las características definitorias de las sociedades con antagonismo de clase, es la exclusión del conjunto de los miembros de la sociedad, del control consciente de cuestiones que les atañen a todos (tomemos por ejemplo la cuestión climática, es evidente que la respuesta a la crisis climática escapa al control de los individuos pese a requerir de un abordaje apremiante y que efectivamente tiene un impacto en la vida de todos). Por tanto, la cooperación solo puede realizarse de manera reducida y fragmentada. Cuando luchamos por la superación de las relaciones sociales bajo las que nos encontramos oprimidos, anticipamos parcialmente las formas de relación y las situaciones subjetivas de control sobre nuestras propias condiciones de vida. A esta forma de trascender la individualidad con el objetivo general de lograr un control consciente y previsor de las condiciones sociales individuales de vida, nos referimos como capacidad de acción.

Si bien en el sistema capitalista los individuos se ven excluidos del control consciente y colectivo de sus propios asuntos, por contra, son los asuntos de la clase dominante y sus intereses en la conservación del sistema que se presentan ideológicamente como intereses generales.

Bajo condiciones de vida burguesas, la única alternativa para los individuos de conservar la existencia es participar de la producción social de la vida en su forma capitalista. Entonces es subjetivamente funcional adaptarse a la dependencia y el sometimiento, comprometerse con las instancias de dominación, esta es la alternativa restrictiva a la capacidad de acción.

El control consciente anticipado sobre las condiciones sociales e individuales, es una necesidad subjetiva. Y la alternativa restrictiva a la capacidad de acción ofrece la posibilidad de satisfacer las necesidades del entorno social inmediato, al tiempo que se socava la base común para la ampliación del control sobre el mundo junto a los demás. Porque la idea de que bajo relaciones capitalistas sea posible escapar al sometimiento, a las relaciones competitivas o a la “injusticia” es una manifestación de la deformación psíquica bajo relaciones burguesas. Y, por tanto, superar las condiciones de vida burguesas es necesario en interés de los individuos y de su clase.

Nadie puede escapar al sufrimiento psíquico que implica vivir en una sociedad con antagonismo de clase. La simple toma de consciencia de este hecho no es suficiente para resolver el sufrimiento, es necesario un abordaje práctico de las limitaciones individuales de las que se emana. Porque aunque no sea posible escapar de las relaciones existentes, sí que es posible luchar por otras relaciones bajo las que conducir conjuntamente y de forma humanamente digna la existencia. Esta lucha no es otra que la lucha organizada de la clase obrera por superar la explotación capitalista.

A modo de conclusión

La independencia ideológica de clase debe lograrse articulando unos códigos propios que sean realmente útiles para la tarea revolucionaria. Como hemos intentado mostrar aquí, la psicología burguesa no nos puede dotar de esos códigos, pero es posible articular unos nuevos que no solamente nos permitan tratar las problemáticas y cuestiones inmediatas que necesitamos abordar, sino que nos sirvan al mismo tiempo de guía ideológica por estar fundamentados estrictamente en el marxismo.

La convicción de que el proceso revolucionario pasa por asumir la independencia de clase como objetivo y como camino, se puede expresar fácilmente en los términos que hemos expuesto, entendiendo que a través del aumento de la capacidad de acción (que solamente es posible   en asociación con otros individuos) encontramos la manera de superar y afrontar las diferentes problemáticas y angustias en que nos vemos subsumidos en el sistema actual, desde su vivencia individual subjetiva, hacia el abordaje colectivo de las relaciones objetivas.

Holzkamp, K. (2015) Ciencia Marxista del Sujeto. La Oveja Roja.

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